viernes, 6 de noviembre de 2009

Historia Interactiva (12)

(Regalito de foto del castillo de Cracovia, viene con dragón incluido xD)

Bueno aprovechando que esta tarde salgo para Londres os dejo el capítulo número 12 de esta historia. Lo sé, desafortunadamente ha tardado mucho en salir, pero comprender que han sido unas fechas muy alocadas y llenas de obligaciones y deberes. Espero que os guste, alguna gente ya lo ha leido y por lo general las críticas no han sido malas jejeje, espero que siga así. Lo único que es un capítulo muy largo lo sé, pero es cierto que ganando en complejidad gana en páginas. Como siempre deseo que me deis vuestra opinión y posibles cosas a mejorar porque para mi son muy necesarias. Por último hoy incluyo aparte de música y la parte de personajes, un pequeño recordatorio para los que se quedaron en el anterior capítulo. Poco más que añadir salvo que pongo la canción creyendo que musicalmente es muy adecuada.


En capítulos anteriores (xD):
Sam había llevado a cabo un extraño examen de punteria para francotiradores junto con Terry y Viktor, los tres vigilados por la atenta mirada de Shane. Además Cooper le pide un tiempo a Sam para demostrarle que es necesaria en "Bastión" y que su trabajo tendría repercusiones positivas para el mundo en el que ella creía posible.


Personajes:

-Samantha Lars (Sam): Nuestra canadiense favorita jajaja
-Anthony: Francés que fue el que cometió el error de decirle a Shane que era imposible acertarle un disparo a una mandarina en movimiento.
-Karen: Británica compañera de habitación de Sam.

-Terry: El galés que ayudó a llevarse a Sam de Toronto
-Cooper y Katrina: Los dos que dirigen el complejo


12ª Parte:

La habitación era amplia y estaba bien iluminada, con paredes rematadas en madera y unas grandes vigas de roble que imponían y maravillaban a quien las miraba. Aquel local había sido una gran sala de reuniones para convertirse, como era lógico y porque no hay mejor lugar para una reunión, en una pequeña cantina para los habitantes de aquel gran complejo. El visitante de aquel peculiar abrevadero podía disfrutar de un local donde se podía paladear el humo de los cigarrillos, oler las noches de tribulaciones, de dolor, de alegría, de autocompasión, de batallas contra el whisky (que quisieran o no, ganaría la bebida), de la visión de los estragos del alcohol en corazones que habían visto y padecido lo que sería el sueño más perturbado de un masoquista. Si uno se fijaba bien casi podía ver las marcas de los zarpazos que las perdidas habían provocado en el aire.
Una gran barra de bar se extendía a lo largo de la pared oeste pendiente de recibir a los nuevos visitantes. Tras ella, un hombre mayor y su hija atendían a toda la clientela con gran amabilidad y simpatía. Los años los habían convertido en verdaderos maestros en el campo de batalla de detrás de la barra, ya se sabe que el experto solo llega a serlo gracias a la práctica. El hombre mayor que vestía un mandil blanco y lucía una gran cicatriz en el mismo nacimiento del pelo se llamaba Thaksin y, al igual que su hija, había nacido en Tailandia, pero por desgracia para él tuvo que abandonar su país el mismo día que Cooper les salvó de la muerte en un poblado en los que eran explotados para producir heroína. Su hija era una joven de dieciséis años que respondía al nombre de Muian y para la que toda aquella pesadilla en el poblado tailandés había ocurrido hacía tanto que apenas recordaba algo más que pequeños flashes en su cabeza. Afortunadamente, ya que así no tendría que recordar que de haber sido solo un par de años mayor los guardas de aquella producción probablemente la habrían violado, en cambio solo poseía recuerdos a partir de su llegada al complejo. Es cierto que no eran los mejores recuerdos que un niño puede tener, pero desde luego eran mejores que los que podría haber tenido.
La razón de que viviesen en el complejo era que tras su rescate no les quedaba nada que los atase a Tailandia. La madre de Muian había muerto en aquel campamento con mucha menos suerte que su hija en lo que al contacto con los guardias se trataba y Thaksin había pedido ayudar de la forma que fuese posible para que eso no volviese a ocurrir. Él no tenía formación y ya era demasiado mayor como para aprender, así que cuando le iban a devolver de nuevo a Tailandia, Cooper intercedió por él argumentando que no le quedaba nada allí y que si él se ofrecía y era posible, debían intentar darle una ocupación y un hogar. Así fue como padre e hija se habían encargado de la cantina desde hacía más de diez años dando a tan singulares clientes la ilusión de estar en cualquier pub de una gran ciudad.
Entre aquellos clientes se encontraban Sam, Terry, Anthony y Karen compartiendo algunas cervezas en una de las múltiples rinconeras del local. Sam había hecho buenas migas con Karen, su compañera de habitación. La británica le alegraba los días a Sam con su sentido del humor desenfadado y su espontaneidad desmesurada. Sam tenía poca experiencia pero reconocía en aquella mujer una luchadora temible, tanto o más de lo que lo era Hannah con la diferencia de que su relación con Karen era infinitamente mejor.
Anthony por contra era demasiado inflexible, a juicio de Sam siempre estaba demasiado tenso y eso le afectaba en que en ocasiones no era capaz de asimilar las bromas de sus compañeros, ni de de ser participe de ellas. Él era un soldado hasta las últimas consecuencias.
Por su parte, Terry era la persona más cercana a Sam. Desde luego era irónico que uno de sus captores se hubiese convertido en su amigo, confidente, aliado, colega y por suerte o por desgracia estaba claro que quizá algo más ¿Sería tal vez un pequeño síndrome de Estocolmo? Sam no lo sabía, pero no ignoraba que aunque ella no lo tuviese claro, Terry sí parecía tenerlo y siempre se mostraba dedicado a ella. La canadiense a veces se decía a si misma que podía intentarlo, pero otras tantas se echaba para atrás pensando que se iría tan pronto como pudiese y si era cierto lo que Cooper le contó no volvería a ver a Terry, así que, ¿para que correr el riesgo de hacerse daño? Al fin y al cabo en poco tiempo se acabaría el margen que le había dado a Cooper para convencerla.
Era el segundo día desde que Shane les comunicara tras la prueba en la galería de tiro que ella y Terry formarían parte del grupo de francotiradores. Aquello le asustaba y la ponía nerviosa, pero en ese momento prefería concentrarse en disfrutar de la charla y las bromas alrededor de aquella mesa.
-¿Pero qué estás diciendo? -Exclamó Terry con los brazos extendidos y cara de incredulidad- ¿Cómo puedes decir que no te parece una buena película? Es algo fuera de lo normal. La historia, los personajes, todo se conecta perfectamente y hace que sea brutal.
-Para empezar no creo que no sea buena, pero no creo que sea para tanto. La historia no está mal, pero esta basada en una saga de libros -Contestó Anthony con su ya conocido por todos semblante totalmente impasible, como si no pasara nada ya que si él estaba seguro significaba que aquello era una verdad universal.
-¿Y qué que esté basada en una saga de libros? ¿Acaso significa qué es peor?
-No, pero creo que entonces desmerece algo al director.
-No por favor. Todo lo contrario, tiene que hacer una adaptación con la que los lectores anteriores se sientan identificados.
-¿Y si no lo hace? Esas cosas dan igual al final, solo quieren hacer una buena película con su visión, si quisieran la de otro harían una encuesta sobre cada punto del libro -Finalizó Anthony con cierto gesto de superioridad y con las palabras "he dicho" en la punta de lengua a punto de caer sobre la mesa como cartas en una partida de póker cuando se muestra la mano ganadora.
-¡Oh! Por favor, decidle algo, no me puedo creer que sea tan cerrado de miras -Terry buscaba algo de ayuda en sus dos compañeras ante la intransigencia de Anthony.
-¿Para qué? Si se os ve que os las apañáis bien solos -Le respondió Sam socarrona.
-Si, además no te puedes imaginar lo que nos divertimos viéndoos pelear como niños pequeños. -Continuó Karen siguiendo a su compañera de habitación- Pero tranquilos, cuando os compre una pelota os comprare una a cada uno para que no tengáis que pelear ¿Vale?
-Venga ya -Dijo Terry volviendo los ojos para contraatacar justo después a las dos féminas- cuando habléis de ropa, cremas o peinados os lo recordaré.
-Perdona pero los que se tiran media hora arreglándose el pelo delante del espejo sois vosotros -Le contestó Karen con una media sonrisa dibujada en su rostro y los ojos muy abiertos- y además yo no me preocupo de ropas o cremas -En ese momento se puso una mano en el lado de la boca más próximo a Sam y señalándola cómicamente le dijo a Terry- en todo caso te referirás a la bella flor y a todo su arsenal de belleza.
-¡Ey! Creí que estábamos en el mismo equipo.
-Y lo estamos mi querida Sam pero, ¿no dejarás que me encasqueten falsas acusaciones, verdad? -Preguntó la británica con voz llorosa y mueca tristona.
-Traidora, cuando te quedes de nuevo en el servicio sin papel higiénico y me pidas ayuda te diré que estoy ordenando mi "arsenal de belleza".
Todos los que estaban sentados a aquella mesa rieron a una y la conversación en aquella tarde de relax hubiese durado hasta la hora de la cena sí en aquel momento Cooper no hubiese aparecido por las escaleras. Se estiró un poco para poder divisar a todos los allí presentes hasta que sus ojos encontraron a Sam, para rápidamente dirigirse hacia ella.
-Hola Sam, ¿podemos hablar un momento?
-Si, claro.
-Disculpad que os la robe un momento pero tenemos que tratar un tema juntos.
Cooper le mostró el camino a Sam con un ademán apremiante señalando la puerta.
-Bueno Samantha como te prometí he necesitado menos de un par de meses para reunir las pruebas que deseaba enseñarte. Ahora podrás verlo por ti misma y decidir -Comentó Cooper mientras paseaban entre los pasillos de hormigón del complejo.
Sam seguía a Cooper con paso acelerado y con el corazón en un puño. Era su momento para salir de allí, su momento para volver a su vida en Toronto cerca de los suyos. En el trabajo solo debería convencerles de que había tenido una serie de problemas familiares por lo que se había ausentado y ya está, estaría de vuelta en su vida en un abrir y cerrar de ojos. Si, como suponía, "Bastión" le había proporcionado una coartada para no levantar sospechas las facilidades para retomar su ritmo normal serían mucho mayores. Lo único que le atormentaba era un pequeño gusanillo en su interior, ese gusanillo que se había adaptado a vivir con aquella gente, el mismo que había aprendido a valerse por si mismo, el que había ganado confianza en si mismo y el que quisiera o no había comenzado a adaptarse a aquel lugar.
Bajaron el piso de diferencia que había entre la cantina y el piso donde se encontraba el despacho de Cooper, pero no se dirigieron a este último, si no a una sala cercana que servía como sala de reuniones y conferencias. Cooper cruzó la puerta y la aguantó hasta que Sam estuvo en el interior, dentro les esperaba Katrina que con un levantamiento casi imperceptible de las cejas les dio la bienvenida.
-Bienvenida Samantha -exclamó la mujer con su típico tono frío al cual Sam ya se había acostumbrado.
-Hola Katrina.
-Antes de nada y antes de que tomes una decisión queremos comentarte un par de detalles, -Continuó la mujer trajeada al otro lado de una mesa larga de cristal- decidas lo que decidas, quiero que tengas claro que cualquier cosa que hayas visto, oído o comentado ahora o en el futuro sobre esta organización debes guardarlo con muchísimo celo y no revelarlo a nadie ajeno a este lugar nunca jamás en tu vida, porque no dudaremos en utilizar los métodos necesarios para mantener segura a nuestra gente ¿Entendido?
-Sí
-Muy bien. Cooper, procede por favor.
-Bueno, te prometí que te traería pruebas de que lo que hacemos tiene una repercusión en el mundo, por ello primero te quiero enseñar algunos de los lugares donde hemos estado y como se encuentran ahora mismo.
Cooper reprodujo un video de distintos poblados, ciudades, plantas de trabajo, etc. a lo largo y ancho del planeta. La selva amazónica, oriente medio, Asia menor, islas del pacífico, selvas africanas, etc. Todos esos lugares se veían como habían quedado debido al abuso indiscriminado de corporaciones económicas que habían primado sus intereses a cualquier otra cosa, seguidos de gran cantidad de pruebas que relacionaban a distintas personalidades de todo tipo de estratos en estos consorcios directa o indirectamente con las barbaries que ocurrían en cada punto. Lo peor de todo es que una determinada cúpula sabía de todo aquello, y no solo no lo evitaban, si no que además dirigían el suministro económico a que estos abusos se perpetuasen. Sobornos a gobiernos, invasión de territorios por la fuerza, falsificación de documentos, asesinato de insurrectos, etc. cualquier cosa valía.
Tras mostrarle todas esas pruebas Cooper le enseñaba lo que hacía "Bastión" en cada caso para subsanar aquello. Había soluciones tan dispares como declarar una zona protegida para que no pudiese ser explotada, claro estaba, previo pago al gobierno de turno. También se daban casos en que la solución era llevar a cabo un enfrentamiento violento del que nadie en el primer mundo se enteraría o lo achacaría a grupos tribales enfrentados. O incluso provocar una pequeña catástrofe natural para que las organizaciones pertinentes tuviesen que observar con detenimiento la zona explotada, y como estaba claro, eso no le gustaba a aquel enemigo inhumano y egoísta. Pero casi siempre el último recurso había sido luchar, luchar con uñas y dientes, sin consideración, de forma visceral y ante todo en el mayor y absoluto secretismo.
Poco después, si conseguían su objetivo, "Bastión" movía los hilos pertinentes para reconstruir el poblado o ciudad en cuestión lo más rápido posible. Alfabetizar y educar a la población, intentar que alguna ONG llevara a cabo algún tipo de proyecto de potenciación del cultivo y la ganadería. Desde luego los miembros de aquella organización se veían a ellos mismos como una especie de Robin Hood moderno o como protectores de los indefensos frente a un grupo de abusones, estaba claro que el trabajo que hacían tenía repercusión en aquellas personas y Sam lo respetaba más que nada, pero odiaba que andasen con esa especie de inmerecida superioridad moral por el simple hecho de que ellos habían decidido empuñar las armas frente a un enemigo, pero habían olvidado que después de todo, ellos también sesgaban vidas ¿Cómo podían afrontarlo con esa entereza? ¿Cómo conseguían olvidar que se convertían en verdugos por defender lo que defendían? Era algo que Sam seguía sin comprender.
-Samantha he querido mostrarte con antelación lo que conseguimos con trabajo duro para que veas que es cierto que obtenemos resultados, como has podido ver en todos los informes y datos que te he pasado -Dijo Cooper con voz sosegada y haciendo una ligera parada para seguir a continuación- Ahora lo que quiero enseñarte es lo que nos encontramos siempre que llegamos.
Durante el resto de su vida Sam no pudo explicar como fue la tromba de sentimientos que la inundaron en una fracción de segundo. Los mismos lugares que anteriormente había observado reconstruidos, ahora los contemplaba con un filtro de muerte y dolor que era palpable en cada respiración de la canadiense. Hombres y mujeres encadenados por grilletes a postes o jaulas, niños en estado de inanición, imágenes tomadas claramente desde cierta distancia en las que se podían observar como un grupo de soldados se reían socarronamente mientras humillaban a un adolescente aterrorizado, cadáveres, ejecuciones a sangre fría, personas con miembros amputados, los restos de lo que según Cooper era un edificio en el cual habían encerrado a todos aquellos esclavos para posteriormente prenderle fuego antes de huir por la proximidad de los miembros de "Bastión", personas utilizadas como escudos humanos o amontonados cual barricadas. Todo aquello era un festival de la atrocidad y el corazón de Sam lo sentía, su corazón lloraba, gritaba de rabia, se hacía sangre en las manos de apretar los puños, se desgarraba desde adentro, se agitaba casi buscando el suicidio, se autoengañaba diciéndose a si mismo que todo aquello no podía ser verdad, se moría a cada segundo un poquito, y claro como era el corazón de Sam, ella sufría con entera empatía todo lo que le acontecía a su pequeño órgano interno.
Estaba a punto de vomitar, o de gritar, o de llorar sin limites, no sabía que hacer primero. Esos segundos de imágenes la encolerizaban, le disparaban la adrenalina, le hacían preguntarse como aquello podían haberlo hecho seres humanos como ella. Cada vez que veía los ojos de aquellas víctimas podía sentirlas gritar de dolor y terror en su cabeza, eran una orquesta de violines gimiendo en la nota más aguda posible, destrozándole los tímpanos, desgarrándole las entrañas, quemándole toda la piel a fuego lento. Pero todo aquello era solo en su interior, en el exterior Sam estaba inmóvil dejando caer las lágrimas por la mejilla sin visos de querer detenerlas, catatónica por el espectáculo, como si quedarse en shock fuese la mejor forma de honrar a todas aquellas víctimas, y es posible que se hubiese quedado así todo lo que restaba de día si no hubiese sido porque lo vió. Allí estaba, apoyando la espalda contra un cepo de madera con un ojo sangrante, con las muñecas en carne viva, con una gran herida en la cabeza y con la mirada, al igual que la de la niña que sujetaba, perdida en el infinito. Allí estaban los dos, rodeados de cadáveres y con sus almas vagando a tres metros bajo tierra. Eran Thaksin y Muian el día que fueron liberados de aquella producción de heroína. En ese momento el mundo de Sam se vino al suelo, había convivido casi cuatro meses con aquella amable familia y verlos así le destrozaba, le ponía de rodillas frente al mundo, frente a la vida, frente a toda la inexistente justicia del planeta, frente a su antigua vida acomodada. No es que no conociese la historia de sus dos amigos, pero hasta que no lo vió en aquella foto no pudo hacerse idea de todo lo que había sido. Pero al final el sentimiento que más ardía en su interior era la rabia; la rabia y la venganza, como ninguna de las dos antes la había sentido, con músculos tensos y mandíbulas apretadas, con dolor de pecho y sabor a sangre, con determinación y ansias asesinas.
Katrina intervino en ese momento para sacar a Sam de su ensimismamiento y su rigidez.
-Como puedes comprobar, por suerte o por desgracia, esto no aparece en los reportes de la CNN.
-¿Por suerte? ¡¡¡¿POR SUERTE?!!! ¡Es inhumano que esto no se sepa! ¡¿Qué demonios hacéis que esto no sale a la opinión pública?! ¿Cómo podéis callar? -¿Dónde había quedado la lógica de este mundo? ¿Cómo no mandaban toda esa información a los grandes lobbys de los medios de comunicación? Se preguntaba Sam mientras se entrecruzaban sus pensamientos y su ira aumentaba- Sois cómplices de todo esto si lo ocultáis vosotros también. Sois igual que esos...
-Entiendo lo que dices Sam, todos hemos pasado...
-¿...por lo mismo? -Se adelantó la joven al hombre de cuidada barba- Dudo mucho que ninguno de los que estamos en esta sala haya pasado por lo que han pasado todos ellos -Exclamaba Sam con potentes gritos mientras su dedo apuntaba a las fotos de la pantalla y sus ojos lucían lágrimas de rabia.
-Eso no te lo permito -Levantó la voz de forma sorpresiva Katrina desde el otro lado de la mesa con gesto iracundo y evidenciándole a Sam que era más que una mujer con actitud fría y dominada- Que tu hayas vivido en una pompa de jabón todo este tiempo no te da derecho a juzgarnos a los demás. Muchos de nosotros también hemos sufrido por estar donde estamos, y a pesar de ello seguimos aquí apretando los dientes.
El silencio se hizo durante unos pocos segundos en los que Sam comprendió que seguramente todos ellos hubiesen perdido también seres queridos allí, y posiblemente ya no hacían todo aquello por las personas que se mostraban en la pantalla, sino por ciertas deudas emocionales. Sintió el impulso de pedirle disculpas a Katrina, que aun se encontraba levantada de su silla, respirando profundamente y mirándola directamente a los ojos, pero Cooper le cortó antes de que pudiese abrir la boca.
-Samantha, créeme cuando te digo que no eres la primera que ha pensado en esa posibilidad. Pero no es tan fácil. Como ya te dije debemos operar en la sombra y no es por gusto nuestro. La gran mayoría de empresas, medios de comunicación, bancos, etc. están en manos de la gente que llevan a cabo esa barbarie.
-Pero alguno habrá que no esté en sus manos, alguna posibilidad habrá.
-Ojala fuera así. Si hubiese algún medio que le diese veracidad a lo que decimos, todo el resto de medios de comunicación se lanzarían sobre nosotros y este medio independiente. Si lo llevásemos a los tribunales, los sobornarían e irían a por nosotros. Y para todo ello, lo peor sería que consiguiesen llegar hasta nuestros familiares y amigos ¿Lo entiendes ahora?
-¿Pero quienes son ellos? ¿A quién nos enfrentamos? -Dijo Sam sorprendida por haber usado la forma "...nos enfrentamos".
-Bueno, ellos mismos se autodenominan "Dicio", que es una palabra que proviene del latín y significa poder o imperio.
-Un imperio, ¿eso es lo que son?
-Eso es lo que quieren llegar a ser, pero nosotros somos esa última barrera entre la situación actual y su "imperio". Sam por eso te queremos, por eso...te necesitamos, tienes unas grandes habilidades para ayudarnos a enfrentar todo aquello. Y lo sabes, sabes que es lo correcto, las formas no lo son, pero sabes que es una injusticia que no se puede permitir, lo sabes porque tu padre os lo enseño desde el momento en que nacisteis, esta situación no debería existir y es intolerable. Sabes lo que pensaría tu padre y sabes todo aquello por lo que luchó, ¿o no es cierto?
-Sé lo que defendía mi padre, pero dudo que defendiese la acción armada a pesar de las ideas y dudo también que usted supiese lo que él pensaba.
Cooper tomó aire por un momento y en un suspiro exclamó.
-Sé lo que pensaba tu padre porque nos conocimos hace ya muchos años y sé que todo esto que ocurre le parecía una locura -El impacto fue inmediato y eso era lo que buscaba desde el principio, había guardado su as todo este tiempo para soltarlo en el momento justo sin que pareciese forzado, sino más bien que pareciese que había sido ella quien le sonsacó la información.
Claro que conocía a su padre; hacía ya mucho tiempo, si, pero lo conocía muy bien, y lo despreciaba porque también era cierto que consideraba que todo aquello era una locura, pero no se refería solo a lo que mostraba la pantalla de la sala, sino la idea de que el fin justificaba los medios. Solo era un cobarde que no se atrevió a exponerse por defender sus ideas, un ideólogo que no fue capaz de dar un paso adelante, pero había que reconocer que había criado a una hija que realmente iba a ser de utilidad para Bastión y ella siempre pensaría que estaría siguiendo los pasos de papá.
Sam por su parte se vió golpeada por la noticia, muchas cosas encajaban según lo que decía Cooper, pero necesitaría pruebas. Por ahora lo único que sabía es que necesitaba algo más de tiempo para asimilar todo, ¿o acaso simplemente estaba buscando una excusa para quedarse? La única idea que permanecía en su interior era la imagen de Thaksin y Muian apoyados en un cepo y sin vida en sus ojos. Cuanto contraste en comparación con la imagen actual de sus dos amigos ¿Significaría aquello que de verdad lo que hacían tenía una repercusión positiva? ¿Y hasta que punto? Todo eran dudas; dudas y arcadas, y muerte, y llanto, e injusticia. No sabía que hacer, no sabía que camino tomar, la única opción que tenía era cerrar los ojos y dejarse caer al vacío como si de una moneda tirada al aire se tratase. Cerró los ojos, ahogó un suspiro y observó que lado de la moneda había salido.
-¿Qué tengo que hacer?