lunes, 29 de marzo de 2010

Ambientación para levantarte con buen pie

Hoy y después de un duro día de grabación necesitaba un buen chute de "buenrollismo", así que me he puesto mi pack de musiquita para limpiar la casa con "Come on Eileen" de los Save Ferris, "Al amanecer" de los Fresones Rebeldes, etc. por ejemplo.
Aunque esta vez he incluido dos temas de mis recien "descubiertos" Delafé y las Flores Azules.
El primero, aunque el nombre es horrible (y el estribillo mas) es "Espiritu Santo"



Y la Segunda es "La Primavera"

jueves, 4 de marzo de 2010

Víctimas Reales

Este es un, si se puede llamar así, relato (muy) corto que se me ocurrió el otro día mirando un par de cosas y pensé en escribirlo. Podeís abstraeros tanto como querais e imaginaros cual ha sido la situación que ha desencadenado en este suceso, o incluso la relación entre personajes. En realidad lo he dejado tan poco específico en ese aspecto por lo que ateniendome al lenguaje informático se denomina portabilidad (o que es extrapolable a muchos aspectos). Espero que os guste a pesar de que es bastante directo.
Un saludo
PD: Os pongo la canción que me inspiró a la hora de escribir

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Se encontraba como flotando, no se podía decir que andara aunque sus pies se moviesen. Estaba apoyado sobre dos personas que lo transportaban y guiaban ya que él había perdido el rumbo. En ese justo momento no podría encontrarse la mano aunque la tuviese delante de su cara, por desgracia eso carecía de importancia teniendo en cuenta que posiblemente no podría encontrarse a si mismo nunca más.
Sus pasos plomizos y monótonos recorrían los pasillos mientras sus dos acompañantes le dirigían palabras en un lenguaje que ya no comprendía, con unos gestos que ya no entendía y un cariño que ya no percibía, ya no podía captar todas esas cosas porque todo había perdido el sentido apenas una hora antes ¿Solo una hora? Le había parecido toda una vida, lógico si pensamos que al fin y al cabo había dado tiempo para que una vida terminara y otra tuviese que empezar.
Sus ojos inertes, la laxitud de sus brazos y su inexpresivo rostro dejaban claro que lo que quedaba dentro de ese ser humano ahora carecía de vida tal y como la entendemos. La primera palabra que se venía a la cabeza al verle era “papel” porque no dejaba de parecer una macabra caricatura privada de energía vital. Aquella cáscara rota cruzaba puertas, subía escaleras, respiraba y miraba sin mirar todo lo que se cruzaba ante él, pero a pesar de que su estado físico fuese envidiable se podía decir que era un ente moribundo sin ninguna fuerza ni ganas de vivir.
Sus dos acompañantes le habían guiado hasta una habitación de azulejos verdes. Poco a poco y viendo su nula capacidad para comprender o interactuar con ellos, lo comenzaron a desvestir sin que de su boca saliese la menor queja o reproche, ni siquiera sus ojos, en la profundidad del vació que transmitían aventuraron el mínimo gesto, seguía observando el infinito como si allí se encontraran todas las respuestas que él buscaba. Con gran delicadeza y suma preocupación le quitaron la camisa ensangrentada desde los puños hasta el cuello, los pantalones vaqueros que exhibían una horrible mezcla de arena y sangre, y si se puede decir, le desvistieron del último retazo de alma que le ataba a su vida pasada. Pero él no se quejaba, seguía inmóvil, apagado, roto, en shock y deseando que todo hubiese sido un sueño.
Sus guías le animaban a que se subiese al pequeño plato de ducha que había tras una mampara con palabras de ánimo y formas delicadas con el propósito de convencer a un niño pequeño. Sus pies dieron una tregua más y subieron el pequeño escalón, pero eso era todo lo que su voluntad podía ofrecerles y por ello de nuevo los dos acompañantes tuvieron que ayudar al muñeco roto a cumplir la tarea que habían pensado para él, con lentitud y paciencia comenzaron a ducharlo y a limpiarle todos los restos de la destrucción exterior que su cuerpo reflejaba, trabajo inútil pues ningún jabón podría limpiar tan profundo como se necesitaba.
Las gotas resbalaban por su piel y se precipitaban al suelo mezcladas con la sangre que le cubría el cuerpo, esa sangre que no era suya pero él la sentía como tal. Notaba el repiqueteo de las gotas al chocar con su cabeza igual que había podido sentir como se apagaban los latidos del ser querido mientras la aferraba con todas sus fuerzas durante los últimos estertores de sufrimiento. Pensó que si la sujetaba lo suficientemente fuerte ella no se iría, se quedaría con él, que le sería más fácil luchar como él le había pedido, pero fue inútil, solo pudo acompañarla en aquellos últimos momentos, reconfortarla porque no se iría sola, porque debía saber que había dejado una huella indeleble en otra persona, que significaba un mundo para otro ser humano. Pero, ¿qué había de él? Él había muerto en el momento en que vió que la vida se apagó de los ojos de ella, en el momento en que notó como un poco de su calor se fue, en el momento en que sintió claramente como un puñal le atravesaba el corazón y todo lo que le quedaba de ella era ese regusto a sangre mezclado con lágrimas que le envolvía.
En la ducha ya nada importaba, no percibía el calor del agua, ni la delicadeza con que limpiaban su cuerpo sus dos acompañantes, ni siquiera la certeza de que las lágrimas caían por su rostro, solo le importaba ese insufrible vacío en las entrañas, en el alma, y el ver que la última muestra de aquella sangre que alguna vez había latido por él se perdía en el fondo del desagüe.