domingo, 24 de noviembre de 2013

Por la burbuja de la que me imbuyo

Hay veces en que la escritura sale totalmente natural, que lo que quieres o necesitar expresar se plasma en negro sobre blanco con tal facilidad que hasta te sorprende, que cuando has terminado de procesarlo notas como tu cuerpo se vuelve ligero y tu mente se ha liberado de una carga como si de fruta madura al caer del árbol se tratase.
En muchas ocasiones eso resulta totalmente sencillo porque estás totalmente imbuido de ese sentimiento que querías transmitir, porque cada poro de tu piel destilaba la esencia del mana de lo que sentías en tu propio contexto personal.
Está claro que hay maneras de inundarte, de dejarte rodear aún más de todo aquello. Puede ser por medio del recuerdo de algo o alguien, de leer algo que incida en ese sentimiento o, como a mi me ocurre en la mayoría de los casos, que una canción consiga hacerte bucear en ese mar de sensaciones, en esos anhelos. Durante ese periodo de tiempo consigue devolverte la paz para cualquier otra variedad de emoción que pueda recorrer cada centímetro de tu cuerpo y multiplicar por mil la intensidad de aquello que te embarga.
Porque en un suspiro, si lo que te embarga es La Culpa, esta no solo ahoga tu garganta, es que asfixia a tu corazón y te mira desde el fondo de cada reflejo, decepcionada y habiendo perdido toda esperanza en lo que podrías haber sido. Porque de repente El Amor no es que consiga acelerar tu ritmo cardíaco, es que te ilumina por dentro notando como su calor recorre tus extremidades obligándote a sonreír porque si no podrías explotar por ese exceso de sonrisas. Porque La Rabia no es que haga que te enfades y maldigas a todos los santos del santoral, es que te devora por dentro, hace que notes tu piel ardiendo y derritiéndose en torno a tus huesos y que la única salida para todo ello sea gritar a pulmón vivo porque no puedes soportar ese sentimiento en tu interior. Porque en ese momento La Confianza no hace que te sientas orgulloso de lo que has hecho, es que te coloca al timón del barco de todas las aventuras que tendrás en el futuro con viento en popa en un mar bravío y mirando desafiante y sin pizca de temor alguno a los terrenos donde Poseidón establece su ley. Porque en un instante La Tristeza no solo hace que las lágrimas recorran tus mejillas cayendo al suelo como cada esperanza rota que tuviste una vez, es que te hinca de rodillas en el suelo, cabizbajo, causándote tanto dolor que ni siquiera te puedes plantear combatirlo para elevar la mirada. Porque La Alegría no es que te haga sonreír por la calle, es que tienes la convicción en cada molécula de tu cuerpo de que si compartes esas sonrisas puedes hacer que cualquier persona de este mundo note como se recomponen todas las esperanzas que se rompieron como sus lágrimas al caer desde sus mejillas al suelo.
Por todo ello adoro esa burbuja en la que a veces nado, en la que a veces vivo, para escribir desde mis entrañas, desde mi corazón, para poder hacerlo de forma sincera, la única que conozco para que el lector conecte conmigo y se ponga en la piel que he diseñado para él.
Así a veces, y sólo a veces, consigues ese premio que supone que te digan "has conseguido meterme de lleno en la historia" y tu te respondas para tus adentros "No, es tu historia la que ha venido para abrazarse a mi".