domingo, 28 de septiembre de 2008

Historia Interactiva (3)


Bueno, por fin, terminé el capítulo tres, espero que os guste, y ya sabeis opinad, puntuadlo, sugerid, etc. Todo lo que a vosotros os parezca. Creo que esta vez si, está mejor escrito que el anterior
En fin, disfrutadlo.

PD: Creo que está claro, pero el de la foto no soy yo. Es mi amigo finlandes, Joonas, a la puerta de mi habitación, con una botella de Jagermeister (se fabrica a 4 calles de mi casa) y con vasos de xupito en los ojos). Haced click si quereis ampliar

3ª Parte:
-!Puaj¡ Sangre.
Otra vez le había vuelto a ocurrir. Otra vez, su vestido recientemente adquirido, se había vuelto a manchar de sangre.
-Mamá siempre me lo decía, "Ponte un delantal a la hora de descuartizar", ¿pero yo le hago caso? Nooo ¿Para qué? Solo con que lo hubiese llevado hasta la bañera antes de cortarlo, seguro que me habría ahorrado algún chorretón.
La mujer que hablaba era joven, con un bonito cabello moreno cortado a media melena. Tenía rasgos orientales, pero sus ojos, eran algo más grandes que los de sus compatriotas. Vestía, lo que se podía adivinar como un vestido del servicio de un hotel y una pequeña cofia blanca. La sangre había caido sobre la pequeña falda negra plisada, que no dejaba nada a la imaginación. Andaba por la suite, limpiando pequeñas manchas de sangre, que hubiesen caido en el suelo marmoreo. Cuando todo quedó a su gusto, se encaminó de nuevo hacia el lavabo; donde comenzó a extraer partes mutiladas de la bañera, de lo que se adivinaba un cuerpo rechoncho, y las iba metiendo en una gran bolsa de basura negra.
-En fín señor mío, creo que va a ser usted más productivo, dando de comer a los perros, de lo que lo era al frente de su empresa. O eso deben de pensar sus colegas, ya que en caso contrario no me habrían contratado ¿Verdad? Ya sabe lo que se dice, no es personal, es solo trabajo, y yo desde luego quiero comprarme algo de ropa nueva. Sin olvidarnos de mejorar mis actuales contactos, ya sabe. Aunque en su defensa, debo de decir, a pesar de que sus colegas no lo apreciaran, que era usted bastante divertido, un salido también; pero divertido al fin y al cabo, Umph... Debería usted haber adelgazado un poco antes de este affaire, ..., buff, porque no es nada fácil cargar, Ummphhh..., con usted -La joven resoplaba mientras arrastraba la bolsa, en la cual, se encontraba el cuerpo desmembrado del señor Hisei Koneita.
Metió la bolsa en el carrito del servicio que se encontraba en el recibidor, tomo la puerta y recorrió el pasillo, conduciendo el carrito, hasta el ascensor del vigésimo piso. Apretó el botón que le llevaba hasta la zona de lavandería y cocina, y se dedicó a tararear la canción del hilo musical, mientras calculaba su capital tras finalizar este último trabajo. El ascensor se detuvo, la joven empujó el carrito fuera, y recorrió los pasillos hasta dar con la salida de servicio del almacén. Se encaminó a uno de los grandes cubos de basura del exterior e intentó depositar la bolsa dentro del gran cubo metálico, pero la fuerza necesaria, estaba claro, no era la misma que para arrastrarla por los pasillos.
-¿Necesitas ayuda encanto? -Era la voz de un camionero que se acercaba a ella con una sonrisa de medio lado.
-Esto... Pues ahora que lo dices, supongo que con esos brazos, podras ayudarme a tirar esta bolsa a la basura -La joven sonrió, sabía que podía hacer lo que quisiera, con cualquier capullo que creyese que ese día, era su día de suerte.
El camionero tomó la bolsa, y de repente, un reguero de sangre comenzó a chorrear de ella.
-¿Qué cojones es esto? ¿Llevas un muerto aquí dentro o qué? -El camionero intentaba alejarse del reguero para no mancharse, mientras que la experta asesina afianzaba una de sus pequeñas cuchillas ocultas en la parte trasera de su vestido. Ella sonrió y contesto.
-Una partida de carne en mal estado, el cocinero me pidió que lo tirara -Seguía sonriendo, pero estaba atenta a cualquier movimiento. Si el camionero decidía echar un vistazo, esa sería su última decisión.
-Joder, que asco. Soy camionero, no carnicero -Lanzó la bolsa al interior del contenedor, con lo que un poco más de sangre salpicó, estando a punto de mancharle de nuevo- En fin, después de esta asquerosidad, no te gustaría pasar un buen rato y borrar este mal recuerdo -A la joven casi le sale una arcada, pero consiguió reprimirla y sonriente le contestó.
-Quizá otro día a la salida del trabajo cariño, hoy estoy muy liada y estoy en periodo de prueba -Además, de que, por decirlo de una manera suave, prefería ser ella quien estuviese en el contenedor ahora, antes que acabar en la cama con determinado sujeto.
-Bueno, me llamo Siro, y suelo estar mucho por aquí, así que buscame cuando necesites darte una alegría -Otra arcada.
-Eso haré cielo.
La joven salió de allí tan rápido como pudo, recogió su bolsa, se cambió de ropa y arrancó el coche que tenía aparcado 3 calles más abajo. El de hoy había sido un trabajo que no habría aceptado, si no fuera, por los contactos que le iba a proporcionar. No estaba en esto por deporte, hobby o por un macabro y sádico placer (aunque podía parecerlo). Estaba en esto porque se le daba bien y porque le daría acceso a acabar con la vida de una determinada persona. Las mafias en Hong Kong no la tenían muy en cuenta, ya que no pertenecía a ninguna organización, y sobretodo, porque era una mujer. Es cierto que alguna vez había sufrido un intento de asesinato, pero aun así, también era cierto, que de vez en cuando, la llamaban y solicitaban sus servicios si necesitaban a alguién externo a las Tríadas. Esto también se debía a que era mejor que la mayoría de asesinos extranjeros. Pero a pesar de todo, seguían sin hacerle mucho caso. Quizá, solo era porque nadie en las Tríadas conocía su verdadero nombre, Ya que, Mikumo Nibata, era solo un alias que le había permitido seguir viva el tiempo necesario.
Tras un buen rato conduciendo, por fin llegó a las cercanías del Puerto Victoria. Estaba cansada, cortar huesos no era tarea fácil, aunque supieses como hacerlo. Entró en el club naútico, pidió un trago y, tras cambiarse, se relajó en la piscina. Era agradable sentir como el agua aliviaba la tensión de sus músculos. Después de esto, podría irse a su fastuoso apartamento de Wan Chai a descansar tras este largo día.
Ya notaba que su piel se arrugaba con el agua, así que decidió salir de la piscina. Cogió la toalla que le ofrecía un empleado del club y se encaminó a los vestuarios, atrayendo las miradas hacia su esbelta figura. Se cambió sin prisa, cogió su bolsa de deporte y cinco minutos más tarde, se encontraba en el aparcamiento a punto de entrar en su coche.
-Yo no lo haría señorita Nibata -Mikumo se volvió y vió a un hombre occidental apoyado contra el muro del club nautico. Era alto, y pensó, que probablemente fuese inglés, debido a la histórica relación con Gran Bretaña.
-¿Y por qué no lo haría exactamente, Señor ...?
-No he dicho mi nombre, y no creo que lo diga. Pero, la razón por la que no subiría a ese coche, es sencillamente, que le han colocado una bomba en él.
-¿Y cómo lo sabe, Señor ...?
-Digamos, que quizá Kino Jin-Tao no ha digerido muy bien que haya hecho algún trabajo para catorce kilates últimamente.
-¿Y por qué me lo dice, si me permite preguntarselo?
-Se lo permito, y se lo digo, porque tal vez necesite de sus servicios. Creo que tengo una propuesta de trabajo que tal vez le interese.
-¿Para qué organización sería, si puede saberse? -Preguntó Mikumo un poco cansada del Señor SinNombre.
-No, no puede saberse. Lo único que puedo decirle, es que partimos mañana a mediodía desde el aeropuerto y que posiblemente consiga cualquier cosa que desee.
-Dudo mucho que puedan ofrecerme lo que quiero, y más estando lejos de Hong Kong -Tras esto, Mikumo se dió la vuelta y se dirigió hacia la calle, para ver si podía parar un taxi.
-¿Está segura ... señorita Shen? -En ese momento Mikumo se detuvo y miró con ojos desafiantes al occidental- Como puede ver, sabemos mucho de usted, y hagame caso, sabemos que es lo que usted quiere.
-¿Qué podrían ofrecerme? -Mikumo ahora si estaba interesada, nadie conocía su verdadera identidad. Por ello, si realmente sabían quien era, posiblemente supieran que buscaba.
-Quizá la localización de cierto hongkones.
Mikumo seguía mirando desafiante a su interlocutor. Le habían puesto una golosina en la boca y no sabía si aceptarla. Tanto tiempo trabajando en esto, le había enseñado, que las trampas son mucho más comunes de lo que desearía. Pero estaba claro, que si era cierto, se encontraba ante la oportunidad que había estado esperando. No se fiaba del occidental, estos suelen ser presuntuosos y soberbios; pero también le había hecho una buena propuesta.
-¿Cuándo sale ese avión? -Preguntó Mikumo sosteniendole aun la mirada.
-Mañana a las once en el aeropuerto Internacional -Contesto sin inmutarse el occidental.
-¿Saben que si esto es una trampa, los mataré?
-Señorita Nibata -El occidental hizo especial incapie en arrastrar las silabas en el falso apellido de Mikumo, para hacerle ver que era un aliado- conocemos perfectamente sus aptitudes, y justo por eso, es por lo que la queremos con nosotros.
De vuelta a casa, Mikumo pensó largo rato en el trato que acababa de cerrar. Se maldijo a si misma, ya que siempre, antes de aceptar un trabajo, investigaba a su cliente. Pero visto lo que le ofrecían, había perdido la serenidad y había actuado de forma insensata.
Al día siguiente, a las once en punto, Mikumo entraba en la terminal de salidas del aeropuerto Internacional, para estar un paso más cerca de su objetivo.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Cositas curiosas de Alemania (1)

Hoy quiero comenzar a desarrollar una nueva sección, la cual se llama:
Cositas Curiosas De Alemania
Ahora solo debeis ponerle sonido atronador de fondo mientras leeis el titulo. En esta sección quiero enseñaros algunas cosas que son diferentes en este bello país. Por ello hoy comenzaré con un par de cosas bastante curiosas.
Primero, una cosa que me ha hecho muy muy feliz desde que llegué. No es otra cosa que las salchichas rellenas de queso y enrolladas en Bacon. Uffff, son una delicia. Podría comer de eso hasta reventar, o hasta que mis arterias estallaran a causa de la obstrucción. Como supongo que querreis saber como son, y en mi afán porque este sea un medio divulgativo en el que todos puedan disfrutar, aquí os dejo una fotillo.
No son lo mas rico que se puede comer en este mundo?

Segundo, ahora pasamos a otro de los detalles curiosos de este pais, el cual me hace mucha gracia, y yo lo titulo "El Vater Comunista", lo llamo así, por la simple razón de que creo que solo se puede encontrar en los antiguos paises del bloque sovietico. Aquí un par de fotos:









Como (creo) que se puede ver, este vater es distinto del que estamos acostumbrados. Es decir, en vez de la típica rampita que comienza desde la parte trasera del vater, este vater tiene una "planicie" en la parte central ¿Para qué? Pues mi explicación es que el inventor era un morboso al que le molaba observar el trabajo recien salido del horno ( si lo sé no es un buen símil, pero seguramente Irene y Luca se estarán partiendo la polla ahora mismo, y Cierbo habrá puesto cara de "por dios que asco", mientras que María mueve la cabeza mientras se dice a si misma " Lo que hay que aguantar"). Para arrojar el desecho, lo que hay, es una gran tromba de agua que lo empuja a la abertura. Los pros de este bonito invento son que te libras del temible "salpicón". Los contras en cambio son mucho más númerosos. No puedes mear de pie pq salta (este contra es solo pa tios), si te intentas limpiar el culo es posible que algo del papel roce "la mercancia", lo cual es una mierda (JAJAJAJAJA, lo siento no he podido evitar el chiste fácil xD). Y tercero y creo que más importante, si no se limpia bien acaba oliendo el propio vater.
Y para terminar, quiero mostraros las bolsas para plástico que te da el ayuntamiento para que todos reciclemos, porque si señores, aquí se recicla, y no sabeis como. Tenemos plástico, vidrio, papel, orgánica y resto de basura, y si no reciclas eres un despojo de la sociedad. Aunque me resulta muy raro lo de la fiebre por el reciclaje, cuando apenas beben agua del grifo, sino que siempre van a por el agua embotellada, la cual indirectamente, es muy muy contaminante. En fín, aquí la bolsa:Para terminar solo quiero mostraros un plato que nos descubrió a Elena y a mí, nuestra querida María del Pino jejejeje. Esto está tremendo y esperó que lo podais probar:
Sin mas dilación me despido y muchos besos para todos. Bis Bald

sábado, 20 de septiembre de 2008

Historia Interactiva (2)

Akí teneis la segunda parte, ya sabeis, opinad, que para algo es interactiva, y eso significa que acepto sugerencias y alteraciones de guión. No estoy muy seguro de la calidad de lo escrito esta noche, pq ha sido un poco de bulla y corriendo, por las ganas de terminar esta parte, así que a lo mejor retoco algunos detalles, puesto que creo, que esto es uno de esos casos, en que las cosas no deben hacerse rápido.
Besos gente, cuidaros mucho



2ª Parte:
Nadie hablaba, nadie se movía; el único indicio de actividad que se podía adivinar dentro de la cabina de aquel coche marrón, era el constante martilleo de los dedos de Terry en su propio labio. Estaba nervioso, no todos los días hacía algo así. Hace una semana, estaba en su Cardiff natal haciendo footing, y ahora, se encontraba a miles de kilómetros, vigilando los movimientos de una joven canadiense. En esta semana, se había repetido más de mil veces que todo aquello era una locura, pero a veces, las locuras son grandes oportunidades. Normalmente, tenía problemas para acatar las normas, pero este no era el caso. Aquel tipo sentado en el asiento del copiloto le daba libertad, y desde luego, se veía que sabía lo que hacía, y eso, para Terry, era toda la seguridad que necesitaba.
Terry nunca había sido un tipo tonto, es más, se podría decir que era demasiado listo. De pequeño, siempre ganaba a los juegos donde la inteligencia jugaba un papel importante. Su secreto, era tan solo, que podía intuir rápidamente, que estrategia convenía en cada situación. Y eso es lo que él admiraba de ese tipo. Por lo general, cuando había alguien al cargo, solía ser un idiota de mucho cuidado, que si no metía la pata, era por la sencilla razón, de que todo estaba medido al milímetro antes de entrar en acción. Pero lo que proponía esta gente era algo muy distinto. Si todo era cierto, en un mes, su vida podía cambiar mucho, y eso le gustaba.
Los minutos pasaban, y él empezaba a impacientarse. Los demás parecían tan tranquilos, que eso le ponía más nervioso. Necesitaba un cigarro, pero recordaba perfectamente lo que les había dicho el copiloto.
-Mientras estemos en el coche nada de cigarros, mecheros o cerillas. Eso destroza la visión nocturna, y os necesito atentos y SANOS. Sobretodo tu Askell, cada día estás peor.
Desde luego tenía razón, parecía como si Askell fuera a morir en cuanto subiese una escalera. Y aunque demasiado impulsivo, aquel hombre demostraba que la veteranía era un grado. Aún no se podía decir que tuviese una gran relación con sus compañeros, pero desde luego confiaban en él, y eso también era digno de valorar.
Ya estaba a punto de morir de infarto, cuando apareció lo que llevaban tanto esperando. Era una furgoneta negra sin ventanas, con el parachoques abollado, probablemente tan fácil de cambiar, como lo eran las pegatinas y matrícula que tenían ellos. Lentamente, se fue acercando hasta quedar parado a unos cinco metros. Al instante, sonó un pequeño Intercom en el interior del coche, que el copiloto contestó con la mano derecha.
-Riyatho al habla. Hola Henry,…, de acuerdo, pero déjanos entrar primero, solo necesitamos cinco minutos… Ya sé cual es la situación, pero no queremos cagarla… No, escúchame tú a mí, no quiero que tus gorilas entren ahí dentro y pongan todo patas arriba, no quiero tener a todo el vecindario encima, y sobretodo no quiero aparecer mañana en el periódico… -Tras estas palabras se hizo un largo silencio. Se notaba que Riyatho estaba furioso y no confiaba para nada, en la gente de la furgoneta- Ok, cinco minutos, no necesitamos más.
Riyatho colgó el Intercom y se volvió hacia sus hombres.
-Señores, tenemos cinco minutos para hacer lo que debemos. No perdamos el tiempo.
Tras estas palabras, todos, excepto Askell, abandonaron el coche. Nmeba y Terry tomaron el camino que llevaba a la puerta trasera de la casa, mientras que Riyatho, se quedó apoyado en la puerta, como si estuviese esperando a alguien. Aunque la situación parecía totalmente natural, Riyatho estaba intranquilo. No paraba de controlar el tiempo que tenían y de repetirse a si mismo “cinco minutos, vamos, no necesitamos más”, pero, ¿y si, sí necesitasen más de cinco minutos? Si esos descerebrados entraban en acción, todo el trabajo por intentar ser discreto, no habría valido de nada. Echó un nuevo vistazo al camino que habían tomado Terry y Nmeba, y se dijo que debía confiar en su equipo.

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Sam, no podía dormir. Llevaba cerca de veinte minutos intentándolo, pero era imposible. Con este frío, su codo antiguamente lesionado, le dolía con insistencia. Decidió levantarse, acercarse a la cocina y tomar algo para aliviar el dolor. Se puso sus zapatillas de casa y salió de la habitación sin siquiera encender la luz. A oscuras, atravesó la casa hasta llegar a la cocina, abrió el cajón de las medicinas y buscó un vaso de agua para poder tomarse el ibuprofeno que sostenía en la mano. De repente, empezó a escuchar un ligero ruido, que provenía de la puerta de atrás. Claro, ahora entendía todo; los sujetos del coche debían de ser ladrones que querían vigilar la zona. En silencio, fue hasta el armario del lavabo, apartó los trastos viejos, la fregona y su arco, y cogió el antiguo stick de hockey de su hermano. Se planteó coger el arco, pero le parecía demasiado agresivo para unos simples rateros.
Volvió a la cocina corriendo y se apostó tras el frigorífico, a la espera de que entrase el ladrón. “¡Click!”. Ese fue el único sonido que anunciaba que la puerta estaba abierta. Poco a poco, un corpulento hombre fue entrando, pero justo antes de que pudiese meter el pie más retrasado en la vivienda, un stick le golpeó violentamente en la cara. Cayó como un peso muerto sobre la entrada trasera. Al instante, Sam le volvió a golpear, pero se sorprendió al darse cuenta, de que el corpulento hombre no estaba solo; había un chico atlético que le acompañaba, quién al ver a Sam, intentó entrar también en la casa. Normalmente, los ladrones salían corriendo si los dueños los pillaban en medio de la faena, y por lo general, primero entraba solo uno, que era el que daba el visto bueno a la situación y avisaba a sus compinches.
Pero en este caso, era justo al reves; le plantaban cara, lo cual podía significar que eran agresivos y esto la dejaba en clara desventaja. Si solo hubiera uno, podría intentar reducirle y posteriormente, avisar con tranquilidad a la policía. Pero esto, ahora, se volvía difícil de realizar. Empujó la puerta, tratando de cerrarla con la mayor celeridad posible, pero en seguida, se encontró con que el joven seguía tratando de entrar y tenía más fuerza que ella. En ese momento, su mejor opción era salir de la casa e intentar avisar a los vecinos para que le ayudasen, o por lo menos, que avisasen a la policía.

El joven asomó la cara por la puerta mostrando sus manos desnudas, lo cual, le dio a Sam la oportunidad de golpearle. Tras esto, salió corriendo en dirección a la puerta principal, pero justo cuando ya la alcanzaba, una figura enorme con ropa de asalto, tiró abajo la puerta. Con un grito de sorpresa le lanzó el stick al nuevo visitante. Esto era una locura, no podía ser verdad, ¿qué demonios ocurría? ¿Quién era toda esa gente? Corrió hacia la ventana que daba al patio de la señora Peterson, mientras a lo lejos podía escuchar a la enorme figura diciendo.
-¡Ah! ¡La muy zorra me ha lanzado un stick a la cara! Está despierta, utilizad los tranquilizantes.
¿Tranquilizantes? No podía ser verdad, ¿por qué demonios quería esa gente atraparla? Justo cuando terminó ese pensamiento, un dardo se clavó con fuerza en el marco de la ventana que quería atravesar. Saltó al exterior, en el momento indicado para que otro tipo vestido de asalto no pudiese agarrarla. Y otro dardo que se clavaba en la valla exterior. Un tercer tipo corría hacia ella, desde la puerta delantera gritando.
-¡Ven zorrita, enséñame las uñas!
Sam giró sobre sus talones y se dirigió a la parte trasera. Ya estaba desorientada, solo sabía que debía correr lo más lejos posible de esos sujetos. Cogió el rastrillo de jardinería y lo lanzó, impactando en la cabeza de su perseguidor, lo cual, provocó que este se pusiese las manos en la frente y cayese al suelo. Parecía que iba a conseguir huir. Ya solo le faltaba saltar la valla trasera, cuando una flecha se clavó a unos diez centímetros por encima de su mano derecha. Intentó cambiar de dirección, pero otra flecha volvió a cortarle el paso. Dada por vencida, miró al arquero que la había inmovilizado, el cual, se encontraba apostado en el techo de la caseta del jardín.
-Señorita Lars, si no quiere que ocurra nada malo, será mejor que se entregue pacíficamente y venga conmigo –Comentó el arquero mientras seguía apuntándo.
-¿Cómo? ¡Yo no pienso ir con nadie, estáis intentando raptarme!
-Si no es conmigo, esos otros hombres le atraparán, y le aseguro que no son tan amables como yo.
-¿Qué coño estás…?
-No hay tiempo señorita Lars. Va a venir con nosotros quiera o no, la única diferencia es la compañía que desea tener durante el viaje. Y le aseguro que no son esos hombres –Sam sabía que estaba arrinconada y no encontraba ninguna posible salida. Dos más, de esos sujetos de asalto, salían en ese momento por la ventana, la miraron y corrieron hacia ella. El arquero también se había dado cuenta. Rápidamente cambio el gesto y con cara de súplica dijo- Por favor, confía en mí.
Sam no podía contestar, solo hizo un leve movimiento de cabeza asintiendo. El arquero saltó de la caseta y les corto el paso a los dos individuos.
-¿Qué coño haces Riyatho? -Gritó una mujer uniformada.
-Ella viene conmigo, Hannah –Respondió el arquero firmemente.
Pocos minutos después, Sam se encontraba en el asiento central de aquel coche, el cual había visto tres veces en los anteriores días. No sabía que sería de su destino, no sabía lo que quería esa gente; solo sabía, que la única elección que había podido tomar, era ir sentada en aquel coche.


martes, 16 de septiembre de 2008

Viajecito a Goslar

Hacía ya un tiempecillo que no escribia, y ya tocaba después de habermelo propuesto seriamente. Hoy quiero describiros nuestro viaje a Goslar, una bonita ciudad al Oeste de Wolfenbüttel. Aún me queda por contaros las maravillas de Magdeburgo y mi encuentro con Estrella. Pero creo que puedo dejar eso para cuando vuelva a Magdeburgo.
Goslar es un lugar precioso, algo más frío que Wolfenbüttel por estar más elevado, pero precioso al igual que la ciudad en la que me hospedo.
Salimos temprano el Domingo para poder aprovechar el día en Goslar. El viaje en tren fue, como casi todos aqui en Alemania, perfecto; sobretodo, debido al hecho, de que el tren es un medio estupendo de transporte aquí en Alemania.
Goslar nos recibió con una luz tenue y frío típico de montaña, ese que de verdad, hace que se te habran los pulmones y respires aire puro. Al principio, dimos un pequeño tour por el centro de la ciudad, repleto de casas de entramado de madera, al igual que Wolfenbüttel; qué de forma divertida, acaban torciendose con el paso de los años.
Después de un rato caminando, llegamos a la entrada de la mina de Rammelsberg, mina que lleva siendo explotada desde hace más de mil años. Se nos ofreció, a continuación, realizar la visita por la parte moderna de la mina o por la parte más antigua. Finalmente yo elegí la parte antígua, y no me arrepiento de mi elección. Rapidamente, nos dieron unos cascos para ponernos y nos dirijimos, junto al guía, a la antigua entrada de la mina. Los pasajes eran de techo bajo, y ligeramente angosto; pero como se ve en la foto de mi amigo Ikoh, el espectaculo era increible. Las paredes eran de piedra y en ellas se acumulaban sedimentos de distintos compuestos químicos, dejados ahí con el transcurso de los años.
Desde luego, el espectaculo quitaba el aliento, y María (la genial chica española que me recogió), Elena (la otra granadina, junto conmigo, que es un cielo) y yo, nos dedicamos a buscar distintos sedimentos, compuestos y rocas, cada cual más alucinante que el anterior. Rammelsberg es alucinante y enorme, y si alguna vez vais a Goslar es una visita obligada. Aquí un ejemplo del increible turquesa de las paredes.Más tarde, y después de haber comido superbien, fuimos al Kaiserpfalz, el cual, es el palacio de Goslar. Kaiserpfalz, realmente, te transporta a la época de los reyes, los caballeros y las cortesanas. Es justo aquello que ves en las películas de la Edad Media. Tiene su visita guiada, y te explican muchas cosas de interes, como por ejemplo que en ese palacio vivió entre otros, Carlos I de España, V de Alemania. En el museo, encontramos una réplica del trono del siglo 12, un par de maquetas del palacio y finalmente la siguiente representación de Goslar, en el siglo 13.
Cuando salimos, estuvimos un rato dando una vuelta por la ciudad, porque resulta que estos días, eran los días de fería de la ciudad. Así que nosotros pudimos disfrutar de un concierto de música alemana, de salchichas alemanas como dios manda (por dios que ricas estan), y por último, de un concierto genial, de un trío que tocaba versiones de los Beatles, U2, John Lennon, etc. Y el cual está a continuación. Tengo otro video en el que solo se centra en el concierto, pero, con el permiso de Elena, y lo que se reirá Cierbo al verme de comentarista, he decidido poner este.

En fin creo que hay poco más que contar de este estupendo viaje. Espero poder seguir contandoos todas mis andanzas con cierta regularidad y que vosotros las sigais, millones de besos y Bis Bald

sábado, 13 de septiembre de 2008

Historia Interactiva (1)


Creo que todos conoceis de sobra mi afición por la escritura, y también mi poca fuerza de voluntad para escribir con continuidad. Pues muy bien, he decidido que eso este año se acabo. Quiero aprovecharlo para ir escribiendo con cierta regularidad y que vosotros seais mis críticos. Cualquier sugerencia que tengais, cualquier crítica, o cualquier elogio decidlo por favor, porque si veo que os interesais por la historia, posiblemente me entren mas ganas de seguir escribiendo.
Esta Historia es algo que llevo pensando varios años y la voy a ir escribiendo de forma paralela al resto del Blog. Lo que hoy escribo solo lo han leido María y Luca, pero si veo que os gusta continuaré con esta misma historia. En fin sin más demora.
1ª Parte:
La nieve se mostraba brillante en todo Toronto. La tormenta que algunos temían que podía ser significativamente dura, al final, únicamente había dejado un amplio manto blanco que embellecía la postal nocturna de la ciudad en aquellos días finales de Noviembre. Seguramente habría tormentas mucho peores ese año. En las calles se respiraba la tranquilidad típica de un miércoles laborable por la noche. Era ya bastante tarde, con lo que apenas se observaba vida alguna, y solo algún coche o alguien paseando al perro, rompía el silencio. Entre esa minoría de gente aun despierta se encontraba Samantha Lars. Bajó sin gana los tres escalones de la pequeña entrada de su casa, maldiciendose por haberse vuelto a olvidar de llevar la basura al cubo en su momento.
Era ligeramente más alta que la mayoría de las mujeres, lucía un bonito pelo castaño, normalmente atado en una simple coleta, pero que ahora reposaba libre sobre sus hombros; además tenía unos ojos verde profundo, los cuales habían quedado grabados a fuego en la memoria de casi todos los que la conocían. Estos, miraban de forma tierna y apasionada ,y tenían la luz propia que posee la gente con caracter. Su cara era bella y amigable, y por suerte, su sonrisa era un bien que exhibía con cierta asiduidad. Tambíen era una persona de complexión fuerte. Se notaba que practicaba deporte y quedaba claro en la facilidad con que portaba las bolsas de basura, nada ligeras.
Cuando por fin tiró la basura, Sam volvió a percatarse de la presencia de aquel coche. Lo había visto ya 3 veces en los últimos días y le inquietaba tanta coincidencia. Había preguntado a los vecinos si alguién se había mudado recientemente, pero estos le respondieron que no. Pensó que podía tratarse de la policia. Quizá su hermano Peter se había vuelto a meter en algún lío, pero le resultaba difícil de creer. Él se había esforzado mucho, y ahora pasaba por una buena época en su vida, sobretodo gracias a Amy, la cual se había cruzado en su camino como un ángel de la guarda, y le había dado un motivo para ser mejor persona y dejar todos sus negocios turbios. No podía creerlo, sobretodo, días después de que Amy le dijera que iba a ser tía y que no se lo mencionara a Peter, pues era una sorpresa. Al fin y al cabo su otro pariente vivo, era su abuela, con la que su hermano y ella se criarón, y la verdad, era demasiado cotilla.
Pero algo más le llamaba la atención de aquel coche. No era el típico coche de la policía haciendo guardia. Este era marrón, grande y daba la impresión de ser muy potente. Además no eran nada tontos, las tres veces habían cambiado de matrícula, pegatinas exteriores y conductor. Pero se habían olvidado de un detalle. La primera vez que descubrió el coche fue casí por sorpresa. Ella salía de la facultad, cuando recordó que debía recoger unos apuntes de la copistería. Dió la vuelta y se encaminó al edificio principal. Pero justo cuando cruzaba un paso de peatones, casi la atropella un coche marrón. Esta brusca detención, provocó que un poco del café de Sam cayese sobre la llanta del automóvil. Tras esto, un conductor mayor y embotado se disculpó por su torpeza.
Esto no habría supuesto nada en especial, si no fuera ,porque la segunda y la tercera vez que lo vió, habían cambiado todo, pero la mancha de café permanecía perenne en la rueda delantera derecha. Por ello, le sorprendía ver el mismo coche tres veces con distinta matrícula. Lo hacían bien, pero pasaron por alto un detalle muy tonto.
Antes de entrar a casa observo de nuevo el coche, pero la luz de una farola no le dejaba divisar bien el interior.
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Por mucho que quisiera, esa farola, no le dejaba observar la silueta del corpulento hombre que se sentaba en el asiento del conductor. Sus grandes manos negras, jugueteaban pacientemente con el volante, y su rostro mostraba un semblante calmado y atento. Hacía mucho que hacía trabajillos de este tipo, por lo que no le sorprendía la posibilidad de que aquella mujer, de que Samantha Lars, pudiera percatarse de que la seguían.
Daba la impresión de ser una chica inteligente, al fin y al cabo era un objetivo; y aunque aún estaba muy verde, se podían vislumbrar ciertas aptitudes.
Giró su oscura cabeza, y de sus labios carnosos surgieron poco a poco las palabras:
-Askell. Ella lo sabe.
La frase iba dirigida a un hombre mayor y embotado, de pelo cano que se debatía en el asiento trasero.
-Pues mejor para nosotros, algo que no tenemos que tener en cuenta.
-Si, pero los dos sabemos qué le ha dado pie a estar alerta. Creo que tú, mejor que nadie ,debería saber que la distancia de seguimiento son dos coches.- Contesto el gran hombre negro.
-¿Qué quieres que te diga? El tráfico continuaba, la habiamos perdido de visual y... ¿Yo qué coño iba a saber que volvería por donde había venido?- Replicó Askell algo más airado, lo que provocaba que su ya acostumbrada tono rojo, se volviese más acusado.
-¿Quizá si te tomases las cosas más en serio, y no menospreciases a la gente? - Contesto volviendo a la carga el conductor.
-¿Qué? ¡ No me des lecciones de como hacer mi trabajo! ¡Yo ya sabía todo de este negocio, cuando tu apenas caminabas!
La última réplica de Askell ya estaba haciendo mella en el corpulento hombre de adelante, cuando una voz se elevo ligera y tranquilamente sobre las demás.
-Creo que ya está bien por hoy. Si teniamos dudas de si sabía de nuestra existencia, vosotros las habeís disipado. Ella es un objetivo, así que el que sepa de nosotros no es un gran problema. Nmeba, somos un equipo. Si hay algún problema se discute fuera del operativo. Y tú, Askell, me dan igual tus excusas, si tuvieras un poco de cuidado, no te habrías saltado el paso de peatones, no habrías estado a punto de eliminar al objetivo y ella no se habría dado cuenta de nuestra presencia ¿ Entendido?
Nadie contesto, pero estaba claro que el hombre sentado en el asiento del copiloto tenía razón. Era joven, alto y de complexión atletica. Tenía el pelo castaño oscuro en la raiz, pero estaba quemado por el sol en las puntas, lo cual le proporcionaba un tono bastante más claro. Era moreno de piel, aunque en la oscuridad de la cabina no se podía apreciar.
A sus pies se encontraba un arco plegable de poleas y un carcaj. Echó su cuerpo ligeramente hacia adelante y vio la señal que daba pie para entrar en acción.
-Señores, ha apagado las luces, veinte minutos desde ahora- Se volvió hacia atras y miró al cuarto y último miembro del operativo -Terry, tu vas con Nmeba.
Askell cogió el telefono y marcó rápidamente un móvil:
-Cooper, Katrina. Estamos listos ¿Qué? Si, si, ..., te lo paso...- Askell le pasó el móvil al copiloto mientras decía claramente entre dientes "Esto no me gusta".
El copiloto se pegó el auricular al oido y empezó a dialogar con el interlocutor:
-¿Si? ...Dime...¿Qué? ... No, no creo que sea necesario ... No, creo que no lo entiendes, no creo que sea buena idea... Si, de acuerdo, corto...- Mientras colgaba, el copiloto pensó en que aquella gente le había pegado la manía de terminar las conversaciones con "Corto"- Muy bien señores, Cooper nos envía refuerzos.
Todos se miraron, y por primera vez en la noche, los cuatro estaban de acuerdo, no les gustaba la noticia.

(Ok sé que es muy largo de leer, pero por favor hacedlo y opinad con total sinceridad)

viernes, 12 de septiembre de 2008

Parado en el arcén


Parece mentira.....
Parece mentira y no lo es. Estoy en Alemania. ¿Quién me lo iba a decir hace justo un año? Nadie, y la verdad, no me arrepiento. Es cierto que estoy compungido y la morriña me embarga cada mañana cuando me levanto. Pero también es cierto que cada día aprendo algo nuevo. Os hecho de menos a todos, más de lo que podeis imaginar, y ya sabeis todos sobretodo a quién. Aunque no os lo creais, es totalmente cierto, que cuando me acuesto en la cama me tiró un buen rato pensando en vosotros, en lo bonito que sería teneros aquí y en como deseo que podais ver todo lo que he visto. Me suele salvar de morir compungido, el que suelo imaginarme con vosotros viendo todo aquello que quiero mostraros, todo aquello que sin vosotros no tiene sentido, haciendoos partícipes de este gran año en mi vida.
Esto es como subir en una gran montaña rusa. Estas excitado, pero a la vez tienes un miedo atroz. Y ese miedo te dura hasta que la excitación es más poderosa. Pero ahora mismo tengo miedo, miedo a lo desconocido, miedo a lo nuevo, miedo a no saber que hacer. Y es justo en ese momento en el que cojo vuestro CD y vuelvo a ver el video. Y en ese mismo instante es como si os subieses a la montaña rusa conmigo.
Creo que antes de empezar a poner posts, sobre lo mucho que me gusta esto, o lo bien que me lo paso, quiero mostraros que soy lo que habeis hecho de mí, que soy todas la veces que me habeis dado un empujoncito, pero sobretodo que sin vosotros no estaría hoy en este arcén alemán.
Parece mentira...