domingo, 28 de septiembre de 2008

Historia Interactiva (3)


Bueno, por fin, terminé el capítulo tres, espero que os guste, y ya sabeis opinad, puntuadlo, sugerid, etc. Todo lo que a vosotros os parezca. Creo que esta vez si, está mejor escrito que el anterior
En fin, disfrutadlo.

PD: Creo que está claro, pero el de la foto no soy yo. Es mi amigo finlandes, Joonas, a la puerta de mi habitación, con una botella de Jagermeister (se fabrica a 4 calles de mi casa) y con vasos de xupito en los ojos). Haced click si quereis ampliar

3ª Parte:
-!Puaj¡ Sangre.
Otra vez le había vuelto a ocurrir. Otra vez, su vestido recientemente adquirido, se había vuelto a manchar de sangre.
-Mamá siempre me lo decía, "Ponte un delantal a la hora de descuartizar", ¿pero yo le hago caso? Nooo ¿Para qué? Solo con que lo hubiese llevado hasta la bañera antes de cortarlo, seguro que me habría ahorrado algún chorretón.
La mujer que hablaba era joven, con un bonito cabello moreno cortado a media melena. Tenía rasgos orientales, pero sus ojos, eran algo más grandes que los de sus compatriotas. Vestía, lo que se podía adivinar como un vestido del servicio de un hotel y una pequeña cofia blanca. La sangre había caido sobre la pequeña falda negra plisada, que no dejaba nada a la imaginación. Andaba por la suite, limpiando pequeñas manchas de sangre, que hubiesen caido en el suelo marmoreo. Cuando todo quedó a su gusto, se encaminó de nuevo hacia el lavabo; donde comenzó a extraer partes mutiladas de la bañera, de lo que se adivinaba un cuerpo rechoncho, y las iba metiendo en una gran bolsa de basura negra.
-En fín señor mío, creo que va a ser usted más productivo, dando de comer a los perros, de lo que lo era al frente de su empresa. O eso deben de pensar sus colegas, ya que en caso contrario no me habrían contratado ¿Verdad? Ya sabe lo que se dice, no es personal, es solo trabajo, y yo desde luego quiero comprarme algo de ropa nueva. Sin olvidarnos de mejorar mis actuales contactos, ya sabe. Aunque en su defensa, debo de decir, a pesar de que sus colegas no lo apreciaran, que era usted bastante divertido, un salido también; pero divertido al fin y al cabo, Umph... Debería usted haber adelgazado un poco antes de este affaire, ..., buff, porque no es nada fácil cargar, Ummphhh..., con usted -La joven resoplaba mientras arrastraba la bolsa, en la cual, se encontraba el cuerpo desmembrado del señor Hisei Koneita.
Metió la bolsa en el carrito del servicio que se encontraba en el recibidor, tomo la puerta y recorrió el pasillo, conduciendo el carrito, hasta el ascensor del vigésimo piso. Apretó el botón que le llevaba hasta la zona de lavandería y cocina, y se dedicó a tararear la canción del hilo musical, mientras calculaba su capital tras finalizar este último trabajo. El ascensor se detuvo, la joven empujó el carrito fuera, y recorrió los pasillos hasta dar con la salida de servicio del almacén. Se encaminó a uno de los grandes cubos de basura del exterior e intentó depositar la bolsa dentro del gran cubo metálico, pero la fuerza necesaria, estaba claro, no era la misma que para arrastrarla por los pasillos.
-¿Necesitas ayuda encanto? -Era la voz de un camionero que se acercaba a ella con una sonrisa de medio lado.
-Esto... Pues ahora que lo dices, supongo que con esos brazos, podras ayudarme a tirar esta bolsa a la basura -La joven sonrió, sabía que podía hacer lo que quisiera, con cualquier capullo que creyese que ese día, era su día de suerte.
El camionero tomó la bolsa, y de repente, un reguero de sangre comenzó a chorrear de ella.
-¿Qué cojones es esto? ¿Llevas un muerto aquí dentro o qué? -El camionero intentaba alejarse del reguero para no mancharse, mientras que la experta asesina afianzaba una de sus pequeñas cuchillas ocultas en la parte trasera de su vestido. Ella sonrió y contesto.
-Una partida de carne en mal estado, el cocinero me pidió que lo tirara -Seguía sonriendo, pero estaba atenta a cualquier movimiento. Si el camionero decidía echar un vistazo, esa sería su última decisión.
-Joder, que asco. Soy camionero, no carnicero -Lanzó la bolsa al interior del contenedor, con lo que un poco más de sangre salpicó, estando a punto de mancharle de nuevo- En fin, después de esta asquerosidad, no te gustaría pasar un buen rato y borrar este mal recuerdo -A la joven casi le sale una arcada, pero consiguió reprimirla y sonriente le contestó.
-Quizá otro día a la salida del trabajo cariño, hoy estoy muy liada y estoy en periodo de prueba -Además, de que, por decirlo de una manera suave, prefería ser ella quien estuviese en el contenedor ahora, antes que acabar en la cama con determinado sujeto.
-Bueno, me llamo Siro, y suelo estar mucho por aquí, así que buscame cuando necesites darte una alegría -Otra arcada.
-Eso haré cielo.
La joven salió de allí tan rápido como pudo, recogió su bolsa, se cambió de ropa y arrancó el coche que tenía aparcado 3 calles más abajo. El de hoy había sido un trabajo que no habría aceptado, si no fuera, por los contactos que le iba a proporcionar. No estaba en esto por deporte, hobby o por un macabro y sádico placer (aunque podía parecerlo). Estaba en esto porque se le daba bien y porque le daría acceso a acabar con la vida de una determinada persona. Las mafias en Hong Kong no la tenían muy en cuenta, ya que no pertenecía a ninguna organización, y sobretodo, porque era una mujer. Es cierto que alguna vez había sufrido un intento de asesinato, pero aun así, también era cierto, que de vez en cuando, la llamaban y solicitaban sus servicios si necesitaban a alguién externo a las Tríadas. Esto también se debía a que era mejor que la mayoría de asesinos extranjeros. Pero a pesar de todo, seguían sin hacerle mucho caso. Quizá, solo era porque nadie en las Tríadas conocía su verdadero nombre, Ya que, Mikumo Nibata, era solo un alias que le había permitido seguir viva el tiempo necesario.
Tras un buen rato conduciendo, por fin llegó a las cercanías del Puerto Victoria. Estaba cansada, cortar huesos no era tarea fácil, aunque supieses como hacerlo. Entró en el club naútico, pidió un trago y, tras cambiarse, se relajó en la piscina. Era agradable sentir como el agua aliviaba la tensión de sus músculos. Después de esto, podría irse a su fastuoso apartamento de Wan Chai a descansar tras este largo día.
Ya notaba que su piel se arrugaba con el agua, así que decidió salir de la piscina. Cogió la toalla que le ofrecía un empleado del club y se encaminó a los vestuarios, atrayendo las miradas hacia su esbelta figura. Se cambió sin prisa, cogió su bolsa de deporte y cinco minutos más tarde, se encontraba en el aparcamiento a punto de entrar en su coche.
-Yo no lo haría señorita Nibata -Mikumo se volvió y vió a un hombre occidental apoyado contra el muro del club nautico. Era alto, y pensó, que probablemente fuese inglés, debido a la histórica relación con Gran Bretaña.
-¿Y por qué no lo haría exactamente, Señor ...?
-No he dicho mi nombre, y no creo que lo diga. Pero, la razón por la que no subiría a ese coche, es sencillamente, que le han colocado una bomba en él.
-¿Y cómo lo sabe, Señor ...?
-Digamos, que quizá Kino Jin-Tao no ha digerido muy bien que haya hecho algún trabajo para catorce kilates últimamente.
-¿Y por qué me lo dice, si me permite preguntarselo?
-Se lo permito, y se lo digo, porque tal vez necesite de sus servicios. Creo que tengo una propuesta de trabajo que tal vez le interese.
-¿Para qué organización sería, si puede saberse? -Preguntó Mikumo un poco cansada del Señor SinNombre.
-No, no puede saberse. Lo único que puedo decirle, es que partimos mañana a mediodía desde el aeropuerto y que posiblemente consiga cualquier cosa que desee.
-Dudo mucho que puedan ofrecerme lo que quiero, y más estando lejos de Hong Kong -Tras esto, Mikumo se dió la vuelta y se dirigió hacia la calle, para ver si podía parar un taxi.
-¿Está segura ... señorita Shen? -En ese momento Mikumo se detuvo y miró con ojos desafiantes al occidental- Como puede ver, sabemos mucho de usted, y hagame caso, sabemos que es lo que usted quiere.
-¿Qué podrían ofrecerme? -Mikumo ahora si estaba interesada, nadie conocía su verdadera identidad. Por ello, si realmente sabían quien era, posiblemente supieran que buscaba.
-Quizá la localización de cierto hongkones.
Mikumo seguía mirando desafiante a su interlocutor. Le habían puesto una golosina en la boca y no sabía si aceptarla. Tanto tiempo trabajando en esto, le había enseñado, que las trampas son mucho más comunes de lo que desearía. Pero estaba claro, que si era cierto, se encontraba ante la oportunidad que había estado esperando. No se fiaba del occidental, estos suelen ser presuntuosos y soberbios; pero también le había hecho una buena propuesta.
-¿Cuándo sale ese avión? -Preguntó Mikumo sosteniendole aun la mirada.
-Mañana a las once en el aeropuerto Internacional -Contesto sin inmutarse el occidental.
-¿Saben que si esto es una trampa, los mataré?
-Señorita Nibata -El occidental hizo especial incapie en arrastrar las silabas en el falso apellido de Mikumo, para hacerle ver que era un aliado- conocemos perfectamente sus aptitudes, y justo por eso, es por lo que la queremos con nosotros.
De vuelta a casa, Mikumo pensó largo rato en el trato que acababa de cerrar. Se maldijo a si misma, ya que siempre, antes de aceptar un trabajo, investigaba a su cliente. Pero visto lo que le ofrecían, había perdido la serenidad y había actuado de forma insensata.
Al día siguiente, a las once en punto, Mikumo entraba en la terminal de salidas del aeropuerto Internacional, para estar un paso más cerca de su objetivo.

2 comentarios:

Lugilde dijo...

Litos queremos massssssss no tardes jeje 1 abrazo

litospk dijo...

Me alegro que os guste la historia, eso me da mas ganas de seguir escribiendo. Y ya sabeis si veis fallos, o teneis sugerencias, compartidlas. Ya estoy teniendo alguna sugerencia, y se agradecen porque sirven para mejorar lo escrito y la historia en si
Un saludo