domingo, 3 de febrero de 2013

El lado positivo

El día es soleado y solo algunas nubes que parecen estar hechas de algodón motean la monotonía azul del cielo. Aunque el Sol calienta con cierta agresividad, la brisa que recorre la ciudad ayuda a que la temperatura sea sumamente agradable y que la decisión de pasear por el parque sea posiblemente la más acertada en ese día.
Esa ha sido la decisión que ellos tomaron esa mañana, ya no solo porque sea un día que invita a salir de casa sino porque es un día que no es como ninguno de los anteriores y seguramente no será como ninguno de los siguientes. La pareja va caminando por un camino de arena entre los árboles al costado del río, mientras charlan animadamente, se regalan pequeñas muestras de cariño y aderezan cada momento con bromas cómplices que solo entienden ellos y quizá por eso son tan importantes.
A cada paso por el parque una nueva anécdota emerge de sus memorias para golpearles el corazón y darse cuenta de todos los grandes momentos que han tenido la suerte de compartir, como la de veces que se cruzaron siendo simples conocidos en ese mismo parque cuando ella salía a correr y él jugaba a fútbol con amigos, o como se besaron por primera vez tirados en el césped a la mañana siguiente de una fiesta en casa de amigos, o como aquella vez que una tremenda tormenta los dejó calados un día que paseaban por el parque al igual que hoy y que acabaron compartiendo ducha y sábanas para quitarse el frío y arriesgarse a decirse te quiero mutuamente.
Por todas esas cosas ese parque tenía algo especial para ellos, quizá por eso ambos tenían que despedirse de él también como si de un amigo se tratase, el futuro se cernía sobre ellos y no tenían ni idea de como afrontarlo, y menos sabiendo que seguramente tendrían que hacerlo el uno sin el otro. Era lo más sensato, lo más lógico, los dos lo sabían, cualquier otra idea era una locura, pero, ¿por qué demonios no podían volverse locos? Si conectaban a un nivel tan profundo, que hasta ellos, que solían ser tremendamente escépticos con esas supuestas "conexiones", tenían que reconocerlo. Sería a la vez tan fácil y tan difícil. Romper con todo porque era lo que les pedía el corazón en ese momento y vivir más de la ilusión que de la realidad. Desde luego, para un animal como el ser humano que vive en parte de sus sueños y esperanzas era una suculenta opción, pero con un riesgo muy alto en el que nadie en su situación querría pensar, ¿que pasaría si un día su corazón dejaba de pedirles aquello?
No, era la opción más acertada, y por mucho que les doliera ellos también lo sabían. Por esta vez había ganado la distancia entre ellos sobre la profundidad de su conexión, y por mucho que supiesen que era lo correcto, no quería decir que no les doliese. Por ello, y aunque habían prometido no hablar del tema, después de reírse de la última broma de él, ella se quedó más seria de lo normal.
-Es real, ¿verdad? Se acaba.
Ella clavaba sus grandes ojos castaños en los de él, esos ojos cálidos que le seguían sobrecogiendo cada vez que le miraban como en ese justo momento, como si pudiese leer la verdad dentro de él. Los amaba con rabiosa determinación, porque se sentía querido cuando podía verse reflejado en ellos. Se revolvió el pelo al tiempo que suspiraba, un gesto tan clásico en él que ella lo tenía grabado en sus retinas, lo conocía tan bien que sabía que a continuación levantaría la cabeza, sonreiría y le diría la dolorosa verdad, tal y como hizo.
-Si, se acaba. Por mucho que odie pensarlo, se acaba. 
Tras lo que él se giró hacia ella, y acarició la cara de su amada con dulzura, pasando a mesar su negro cabello una vez más, quizás la última, justo cuando dos grandes lágrimas descendían por el rostro de la joven.
-Y pensar que al principio pensé que me odiabas porque te derrame una cerveza encima sin querer cuando llevabas aquel vestido que tanto te gustaba.
Comentó él al tiempo que se reía.
-Y te odié mucho tiempo por ello, y ahora, en cambio, daría lo que fuera porque la semana que viene estuvieras cerca para que volvieses a ser tan torpe.
Ella ahogo un sollozo en ese momento mientras bajaba la cabeza para reprimir las lágrimas. Con delicadeza él posó un dedo en la barbilla de ella haciendo que levantase la mirada con sus ojos arrasados en lágrimas. Él la miró a esos ojos que tanto amaba y poco a poco una sonrisa se fue dibujando en el rostro del joven.
-Pero no te rías ¿Sabes lo que me duele verte sonriendo mientras yo estoy aquí llorando? Y no es ahora, es toda la semana, que parece que a ti no te duele. Dices que te duele, pero no lo parece. Casi parece que te alegras.
Él soltó una sonora carcajada ante el momentáneo berrinche de ella, lo cual más animó su ira.
-¿Lo ves? ¿Cómo puedes decir que te duele, cuando estás siempre sonriendo?
-Claro que me duele, más de lo que te puedas imaginar, pero es que es bueno que me duela.
-¿Cómo va a ser bueno pasarlo mal?
-Porque si no significaría que no es tan importante, que no ha significado tanto. Tú lo miras desde el punto de vista de que será muy difícil que volvamos a vernos. Yo lo veo desde el punto de vista de lo genial que ha sido que hemos tenido la oportunidad de estar juntos, que podía no haber ocurrido, que podíamos no habernos cruzado nunca, pero sin embargo lo hemos hecho y ha sido lo mejor que ha pasado en mi vida. 
Ella lo escuchaba perpleja mientras él seguía sonriendo aunque ahora sus ojos estaban vidriosos.
-Por eso tengo dos opciones, llorar y pasarlo mal sabiendo que no estás cerca, cosa que no hará que te tenga más cerca mío. O puedo sonreír sabiendo que te tuve cerca, que fue real, que marcaste mi vida y que aunque eso tampoco hará que te tenga más cerca mío, sí que hará que el último recuerdo que tengas mío sea a mí sonriendo por haber tenido la suerte de compartir todos estos momentos que para mi han sido increíbles contigo. Por eso creo que tengo que mirar el lado positivo de todo esto, el lado en el que tú me haces tan feliz.
Ella se quedó en silencio un segundo para a continuación decir.
-Buen discurso, pero, ¿vas a darme un beso o no tontorrón? Aunque eso no quita que me siga fastidiando que te rías.
Tras lo que él se río viendo como ella también sonreía y la atrajo hacia él, para besarla una vez más, quizá la última.

2 comentarios:

litospk dijo...

Google te odia y ya esta

CR2 dijo...

... touché! :)