domingo, 16 de febrero de 2014

Las segundas oportunidades son para las películas

   -¡¿Qué quieres que te diga?! ¿Qué esperabas que ocurriese?
Ella escuchaba estoica el rapapolvo. La tormenta se cernía sobre ella y no conseguía si quiera encararla, y lo peor de todo es que había sido ella quien la había provocado.
  -Fuiste tú quien cambió las reglas, fuiste tú la que un buen día dijiste que necesitabas tu espacio, encontrarte de nuevo y no se que más palabrería, y yo lo acepté, y me lo tragué ¿Sabes por qué? Porque estaba loco por ti y pensaba que eras una persona especial, alguien genuino que valía la pena. Así que no hice preguntas, hice lo que me pediste, te di tu espacio, no te presione y continué con mi vida como si nada hubiese pasado a pesar de que lo primero en lo que pensaba cada mañana era en ti, y eso me mataba.
Con la cabeza gacha, ella notaba como las lagrimas resbalaban por sus mejillas y se precipitaban al suelo estallando en mil pedazos; algo parecido a lo que estaba ocurriendo en su interior en ese justo instante. Se maldecía a si misma, por tomar aquella decisión tiempo atrás y por todo el dolor que le había provocado a él, la única persona con la que quería estar. ¿Cómo había sido tan tonta? ¿Qué le llevó a tomar esa maldita decisión?
    -...y ahora que yo estoy bien, que he pasado página, me vienes a decir que me necesitas, que todo puede volver a ser como antes. ¿Crees acaso que no me tengo ningún respeto? -El silencio que vino tras la pregunta la atravesó de lado a lado, pero no era capaz de articular palabra, solo quería que fuera como fuera él matase ese silencio, aunque fuese para que las palabras la golpeasen de nuevo. Aún así sería mejor que tener que enfrentarse a tener que articular unas palabras que en ese momento se adivinaban inalcanzables.
Él se paso la mano por la cabeza como si quisiese aliviar la presión interior creando surcos con sus dedos a lo largo de su cráneo, pero al ver que era imposible resopló, no solo echando el aire, si no todo lo que había mantenido en su interior en los últimos meses y las lágrimas se escapaban. Malditas lágrimas que le traicionaban justo ahora
  -Desapareciste casi sin dar una puñetera explicación y ni siquiera tuviste la valentía de darme la oportunidad de decirte todo lo que tenía que decirte, de tragarte lo que habías provocado.
Ella intentaba replicar, pero no había oportunidad, su voz estaba aterida y su corazón acorralado ante la genuina rabia que irradiaban las palabras que él pronunciaba. Buscaba con todo su alma un atisbo de fuerza para sobreponerse, un resquicio en el discurso de él, un punto donde no tuviese razón, un lugar donde replicar. Pero ella sabía que no lo iba a encontrar, que en aquel caso él tenía razón y quizá ahora era demasiado tarde para decirle lo que ella sentía. Necesitaba gritar a los cuatro vientos que se había equivocado, que quería volver atrás en el tiempo y que nada de eso hubiese pasado, que le había querido con rabiosa intensidad y que lo seguía haciendo, que sentía todo aquello pero que se había dado cuenta de que no iba a encontrar nadie como él, porque lo había intentado y tras ver lo que el mundo le ofrecía había comprendido su error. Por lo que más quisiera tenía que escuchar, tenía que comprender que todo el mundo se equivocaba, pero ella se había dado cuenta de su error y quería subsanarlo, no quería perderle.
   -...me dices que quieres volver a lo que teníamos antes, ¿y cómo puedo yo confiar en eso? ¿Quién me dice que dentro de un tiempo no volverá a ocurrir lo mismo? -Sus furiosas lágrimas ya corrían sin control por sus mejillas- Te fuiste tan rápido que pareció que no supuso ningún esfuerzo para ti, como si no hubiesen sido verdad todas aquellas veces que me dijiste que te importaba.
    -Si que eran verdad, me importabas mucho...me importas mucho, de verdad créeme.
    -La cuestión es que ya no sé si puedo creerte...Dices que quieres estar conmigo. Hoy, ¿y mañana? Te lo dije el día que me dejaste, yo no quiero estar con nadie que no este al cien por cien seguro de que quiere estar conmigo.
La culpa, la tristeza y el dolor la mataban. ¿Qué tenía que hacer para que él le diese una oportunidad, para que el recordase lo felices que habían sido juntos? Haría lo que fuese, pediría perdón, se humillaría, aceptaría su culpa, lucharía por él, lo gritaría a los cuatro vientos si fuese necesario. Pero su boca no se abría para pedir perdón, no se humillaba, no aceptaba la culpa, pero sobretodo no estaba luchando por él y eso apuñalaba a cada segundo su corazón. ¿Cómo iba él a escucharla si no conseguía transmitirle que él y solo él era la única persona en este mundo capaz de hacerla feliz como nadie mas lo haría? Poco a poco y comprendiendo todo lo que podía perder sus labios se fueron abriendo degustando el sabor salado de sus lágrimas.
   -Lo siento, lo siento de verdad. Estaba equivocada y ahora me maldigo cada mañana porque no estás a mi lado. Lo siento tantísimo, no se como convencerte de cuanto lo lamento, pero es verdad. Solo te pido que me des una segunda oportunidad para arreglarlo, para demostrarte que lo que digo es verdad.
Los ojos de ambos, arrasados por el llanto, se encontraron durante un medio segundo que les pareció una eternidad, tras lo cual, él solo pudo decir con aire derrotado.
   -Lo que ocurre es que después de todo este tiempo no se si las segundas oportunidades son solo para las películas...

Y como siempre la inspiración aquí:


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué complicadas son las cosas a veces... Qué miedicas somos, qué torpes. La duda es como un veneno sin antídoto, que entra en las venas a la mínima debilidad y lo corrompe todo, lo falsea, modifica hasta los recuerdos, nos convierte en los actores principales de nuestra propia gran mentira.

Pero no nos dejemos llevar por nuestras conductas paranoides... las cosas son reales aún cuando acaban mal. Entonces, puede que sean más reales que nunca.

Yo no sé si las segundas oportunidades funcionan o no... Pero sí sé que si alguna parte te pide darla aunque sepas que no promete, te arrepientes si no lo haces.

Qué raros somos, ¿eh?

(y... la mejor canción del disco nuevo de Zahara, sin duda)

Un besito niño :*

litospk dijo...

Si, lo cierto es que depende de cada persona el si se da una segunda oportunidad.
Hay gente que no se puede permitir vivir con la idea de "Y si..." en caso de no haber dado esa segunda oportunidad.
Otros por el contrario, no se pueden permitir vivir con la angustia de pensar que el dolor puede volver y por ello lo rechazan.
Somos muy particulares, y en ocasiones somos demasiado egoistas, primero echando a correr sin pensar en las consecuencias por lo que nos pide el cuerpo, y luego queriendo recuperar lo que nos hacia felices tiempo despues de destrozarlo.
Un beso guapa