viernes, 2 de mayo de 2014

Entre bebidas y acordes

Me encuentro ahora mismo en mi habitación disfrutando de lo poco que resta de un ron con cola y de la música que ciertamente podía encajar mejor en este momento. He estado leyendo durante un rato, navegando por aquellos mundos que el autor había diseñado para mi, disfrutándolos. Pero al rato he tenido que parar, no porque no me gustase lo que leía, ni porque no estuviese enganchado a la historia en si, todo respondía más al hecho de que he comenzado a leer porque algo dentro de mí me decía que necesitaba leer, perderme en negro sobre blanco, andar caminos dibujados y definidos por las palabras, apartarme un poco de mi yo físico y jugar algo más con mi yo intangible.
Lo que ha ocurrido es que cuando llevaba ya un rato leyendo notaba como ese sentimiento, esa necesidad de abstraerme no había desaparecido, seguía viva en mi estómago y por muchas páginas que pasaba no se iba a ir a ningún lado.
Es cuando he comprendido que lo que necesitaba era escribir, era vaciarme, purgarme de pensamientos, sensaciones y cavilaciones, de limpiar los rincones oscuros de mi interior. Que la música me ayudase a expulsar todo aquello que hace tiempo debía haberse marchado por el desagüe, que me llevase en volandas por parajes que no conozco, por aquellos que alguna vez he visitado y por todos aquellos que conozco como la palma de mi mano, que al fin, y ahora si, pudiese perderme en negro sobre blanco. 
Y eso es lo que he hecho, me he puesto delante del monitor y he comenzado a teclear como si de un ejercicio de escritura automática se tratara y que comienza al principio de todo este aporte "Me encuentro ahora mismo..."
Si me preguntaras de que quiero hablar te diría que no lo se, y es totalmente cierto, no hay nada que este en particular en primera plana, quizás solo un popurrí de pequeñas cosas que han pasado en los últimos tiempos, que están ocurriendo ahora o que pasarán de aquí a poco. No sé, supongo que el comienzo de Mayo siempre me hace estar nostálgico y no creo que sea algo contra lo que luchar de todas maneras, pero evidentemente vuelve esa sensación de que un terremoto está ocurriendo en este justo momento.
Uno de esos terremotos que ocurren pero ningún objeto de la estantería parece darse por aludido y permanecen estoicos e inmutables, de esos en que intentas recobrar la verticalidad y te frotas los ojos con insistencia, solo para intentar darle estabilidad al mundo que te rodea, para poder tener un cierto enfoque. Uno de esos terremotos que te hacen recordar aquella frase de tu abuela que dice "Le cae un jazmín y lo aporrea" y puedes visualizar claramente la escena de unos pétalos cayendo sobre tu espalda y tumbándote sin remisión.
Quizá la descripción de un terremoto no es nada mala por el simple hecho de que no puedes confiar en tu propio equilibrio, de que no sabes si puedes andar normalmente. Tal vez entonces la cuerda floja sea también una buena analogía. Puedes notar como te balanceas de lado a lado aguantando en la escueta superficie de apoyo hasta que ya no puedas bailar más al son que dicta la cuerda e irremediablemente tengas que caer.
Pero caer no es malo, puedes aprender mucho de una caída, la cuestión, y aquí está la parte importante de este texto y su catarsis, es, ¿qué vas a hacer una vez te has caído?
Yo por ahora le voy a dar el último trago a mi bebida, cerraré los ojos y dejaré que la música me lleve en volandas una vez liberado todo el peso que ataba mi cuerpo al suelo y atenazaba a mi corazón.


No hay comentarios: