domingo, 24 de mayo de 2009

Historia Interactiva (11)

Bueno por fin decimo primera entrega. Lleva escrita mucho tiempo, pero he estado esperando las opiniones de algunos críticos a los que se lo había pasado con anterioridad. Hoy no he colocado música, ni se me ocurría ni la he encontrado. Me parece que ha quedado bien y sigue el hilo argumental que debería. Ha quedado bastante largo, pero si que es verdad que ya a estas alturas es dificil evitarlo. Como añadido en esta ocasión, una sugerencia de mi colega Blind, una pequeña presentación de personajes, ya que es verdad que algunos es posible que os perdais de un capítulo a otro. En fin espero que os guste y ya me dareis vuestra opinión. Bueno, allá vamos:

Personajes:
-Samantha Lars ("Sam"): Es la canadiense a la que tomaron en la segunda parte.
-Shane Riyatho: El arquero, ...creo que hay poco más que decir.
-Terry Milton: El galés que acompañaba a Shane cuando capturaron a Sam. Es uno de los novatos.
-Viktor: Soldado ruso que forma parte del grupo desde hace un tiempo.
-Cooper y Katrina: "Dirigentes" de lo que sería este grupo y que controlan todo lo referente a las distintas personas a su cargo

11ª Parte:
Una bocanada de aire se escapó de sus entrañas cuando le entregaron aquel palo de fuego que expelía llamas y azufre como si de un diminuto dragón de boca metálica se tratara. Su mano derecha sopesaba el arma que acababa de recibir y le confirmaba lo que sus ojos ya habían adivinado, era pesada y a simple vista se adivinaba un retroceso digno de cualquier elemento de gran artillería. En estas alocadas semanas Sam había recopilado una gran cantidad de conocimiento, tanto teórico como práctico, en lo que a armas se refería. Esas malditas semanas. Se le antojaba muy distante en el tiempo su vida en Toronto, su monotonía diaria, el ir y venir constante de la ciudad. En cambio ahora se encontraba en mitad de ninguna parte, en una madriguera excavada en roca viva prestando atención a lo que un tal Shane le decía a no mas de dos metros de distancia.
La galería de tiro se asemejaba a un gran hangar con una única puerta de entrada. Tendría más de doscientos metros de longitud y al final se podían divisar una serie de dianas y objetivos. Junto a la entrada de la galería se encontraban Shane, el simpático galés Terry, el silencioso ruso Viktor y la desubicada Sam. Aquel emplazamiento era principalmente oscuro y la poca luz que poseía se debía a los tenues focos y a las ventanas de la entrada que en ese momento se encontraban atestadas de ojos mirones deseosos de ver el desenlace de tan peculiar prueba.
Shane iba explicando poco a poco en que consistía todo, necesitaban ver que dos eran los tiradores más preparados. Él mismo les había instruido en el uso del rifle y el arco, y posiblemente todos estaban de acuerdo en que los tres presentes eran los más preparados. Para Sam había sido como volver a la infancia, a los torneos, al control de la situación, a manejar sus nervios y la tensión ¿Pero qué demonios hacía allí? Se lo había preguntado cerca de un millón de veces desde que llegó. Ahora sabía porqué la querían ellos, pero, ¿por qué continuaba ella allí?
Debería haberse marchado en el segundo día. Esa vida no era para ella. Ella, la niña que se crió en una granja de Ontario jugando con su hermano, bañándose en el río, viendo los atardeceres desde los campos cultivados y mimetizándose con la nieve canadiense, no estaba hecha para todo aquello. Su infancia había sido muy feliz, la mayor parte la pasó creciendo sin darse cuenta codo a codo con su hermano. Disfrutaba del colegio y de sus amigos como cualquier otro niño a su edad, estudiaba por un futuro por las mañanas y por las tardes se dedicaba a meterse en líos con sus compañeros. Sus padres estaban tremendamente orgullosos de ella y de su hermano. Siempre había obligaciones que cumplir con el trabajo, pero todos los días intentaban recolectar el máximo tiempo posible para poder disfrutar de sus hijos. Su padre, Jonas, era el hijo de un pescador danés que tuvo que ver como el abuelo de Sam se jugaba la vida más veces de las que podía recordar con tal de que no le faltara nada a su familia. Quizá por ello dedicó buena parte de su vida a que los más limitados tuviesen la oportunidad de gozar de una vida digna. Voluntario en multitud de conflictos a principios de siglo no paró de recorrer el mundo, intentando mejorarlo, hasta que por designios del azar conoció a la madre de Sam. Jacqueline era una estudiante de derecho que prefirió invertir su viaje de graduación en ayudar a las víctimas del mayor terremoto de la historia de Turquía. Allí, en un puesto de la Cruz Roja, conoció a Jonas y, tras tres años viajando con el joven danés en los que postergó sus estudios, decidieron volver a Canadá para vivir allí juntos. Un año y medio más tarde recibieron uno de los dos mayores regalos que habían recibido en su vida, Sam.
Con Peter ya en camino y habiendo hablado con los padres de Jacqueline, se fueron a vivir a la granja familiar. Todo discurría con normalidad para los dos hijos e incluso se podía afirmar que los mejores momentos de sus vidas los pasaron allí, como cuando su abuelo les fabricó un arco a cada uno y estuvieron practicando hasta que les salieron ampollas en los dedos. Ambos tenían buenas cualidades pero, como suele ser normal, Peter siguió el ejemplo del resto de sus amigos y pasó a practicar el Hockey como tantos otros niños de su edad. Mientras tanto Sam iba haciendo del tiro con arco su afición y su deporte. Viendo la pasión que exudaba la niña, su abuelo le regaló un arco profesional pocos meses antes de que un cáncer de páncreas se lo llevara. Ese hecho fortaleció la pasión de Sam por el arco ya que para ella era como el último legado que le había dejado su abuelo.
Año tras año Sam y Peter fueron creciendo y enfrentándose a lo que supone la adolescencia. Paso a paso la joven iba domando el arco hasta ser uno con él, los trofeos se fueron agolpando en sus estanterías y los campeonatos cada vez eran más lejos de casa. Ello combinado con el nuevo trabajo ofrecido a su madre provocó que la familia se mudase a Toronto. Al principio ambos niños se encontraron ligeramente perdidos pero entre el apoyo mutuo y las múltiples experiencias juveniles de cada uno pronto se adaptaron a la nueva situación. Y ahora, como tantas otras veces, el arco tenía mucho que ver en la adaptación de Sam. Ese mismo año compitió por el título norteamericano después de haber ganado el canadiense. Era un portento de apenas dieciséis años que apuntaba a desbancar a un joven neozelandés que se había hecho con el título mundial unos meses antes y ahora había dejado su corona al alcance de cualquiera, ya que anunció que no volvería a competir. Un año más tarde y con toda su familia en las gradas conseguía derrotar a la finalista china y se convertía en la mejor arquera del mundo a tan precoz edad.
Por desgracia, la alegría le duró poco más de dos semanas. Diecisiete días después sus padres morían en un aparatoso accidente de automóvil a la altura de un cruce de calles. Tras ello los dos hermanos, aún destrozados por el suceso, volvieron a vivir a la granja con su abuela con todo lo que ello implicaba. Peter sumido en la depresión empezó a meterse en pequeños líos y Sam tuvo que dejar el arco tanto porque su abuela no podía ayudarla económicamente como porque ahora le recordaba continuamente la falta de sus padres. Finalmente permaneció allí hasta que terminó sus estudios de gerencia administrativa y pudo volver a Toronto. Y allí había vivido hasta que una noche el hombre que tenía delante la había arrancado de la vida que conocía.
-Como seguramente habréis adivinado el rifle que os he dado es una variante moderna del viejo Dragunov SVD ruso -Exclamaba Shane mientras se lo iba mostrando a los tres oyentes- Posee algunas modificaciones hechas por cuenta de la casa. Por ejemplo esta variante acepta los cartuchos 7,62x51 debido a que es más extendido y así podemos abastecernos del enemigo si hiciese falta. También se puede observar que el cañón es ligeramente más largo para aumentar nuestra precisión habiendo logrado disparos de dos tercios de MOA. Por último la mirilla de cuatro aumentos ha sido sustituida por una variable desde cuatro hasta veintiocho aumentos. Y por último se le ha reducido el peso hasta los tres coma nueve kilos con mirilla y cargador vacío.
Después de terminar con su larga diatriba Shane miró a los tres reclutas y analizando la expresión de sus caras les preguntó.
-Por favor decidme que los dos últimos meses han servido para algo y que os habéis enterado de lo que os acabo de decir.
-Si, lo hemos entendido pero por favor, deja de hablar de él como si quisieras vendérnoslo -Le contestó Sam.
-Bueno, pues de acuerdo, ¿quién quiere ser el primero?
-Yo -Exclamó Viktor.
La prueba era sencilla, todo consistía en intentar darle a las dianas con un margen de respuesta rápido y teniendo en cuenta los fuertes vientos que provenían de las turbinas laterales de la galería, pero Sam apenas prestaba atención a sus otros dos compañeros, seguía dándole vueltas a la idea de que debía salir de aquel barracón de locos. Si aún permanecía allí era porque Cooper la había convencido para que se quedase el suficiente tiempo como para que él pudiese mostrarle pruebas de lo que hacían y porqué lo hacían.
Todo había ocurrido el tercer día, después del primer día de entrenamiento con Shane. Estaba tan segura de que no encajaba allí que fue por tercera vez a hablar con Cooper o Katrina para convencerles de que todo era un error, que ella no pintaba nada allí. Fue corriendo en cuanto pudo y se encontró esta vez con los dos jefes de todo aquel cotarro. Ella les explicó que fuera lo que fuese lo que tenían entre manos ella no era ni mucho menos el tipo de persona que estaban buscando.
-Sam, llevamos bastante tiempo observando tu progresión como para no saber que eres la persona que buscábamos -Respondió Katrina con su eterno rostro impasible.
-Pero es que no lo entienden, yo no quiero estar aquí ¡No quiero! Yo no valgo para esto. Ustedes hablan de objetivos, de armas, de matar personas por el amor de dios -Gritaba Sam fuera de sus casillas mientras en su cabeza no paraba de repetirse que esa gente estaba loca.
-Sam, escúchame por favor -Le pidió Cooper con gesto tranquilizador- Sé que a tus ojos podemos parecer un grupo de perturbados militaristas y amantes de las sociedades secretas, no te culpo, en parte tienes razón. Pero míralo desde nuestro punto de vista. Hace ya muchos años, un grupo de personas se unió a causa de su total común repulsa a un ataque indiscriminado contra una población indefensa, debido a que esta población poseía una serie de recursos naturales de gran valor económico. Los promotores de este ataque lo hicieron esgrimiendo falsos motivos y pruebas de dudosa veracidad solo para conseguir sus objetivos monetarios. No había sido la primera vez que esos atacantes habían actuado así y no sería la última. Unos señores que estaban pisoteando a la gente para conseguir lo que ellos querían ¿Te parece justo? Estoy seguro de que no. No se podía consentir que siguiesen eternamente así, sin que importase el peso de una vida, sin que importase una familia viva o muerta. No se podía permitir.
-Después de aquello, el grupo de personas que habían mostrado su repulsa a tal acción se unieron y comenzaron a sabotear todas las operaciones que podían de aquellos atacantes -Continuó Katrina- Pero poco a poco se fue haciendo peligroso, estos atacantes tenían unos exorbitados intereses en la consecución de objetivos y si habían matado o subyugado pueblos enteros, ¿qué problema tendrían en hacerlo con un grupo diseminado de personas?
-A partir de ahí fue una persecución de un gigante económico tras unos cuantos idealistas. Los que directamente fueron asesinados se podría decir que tuvieron suerte, lo peor vino con los secuestros, las desapariciones o las ejecuciones de amigos y familiares.
-Lo...lo siento -Musitó Sam sorprendida y apenada por la narración de aquellos hechos.
-Tranquila, no es ninguno de nuestros casos, eso fue hace años -Contestó Katrina para poco después proseguir- En ese momento surgió la pregunta, la gran pregunta para muchos de esos hombres y mujeres ¿Hasta que punto no es bueno recurrir a la respuesta violenta? Esa duda pasó a por la cabeza de todas aquellas personas, y ese grupo de gente estuvo largo tiempo decidiendo, revisando pros y contras mientras se escondían de las largas manos de su enemigo.
-Tardaron cerca de tres meses en decidirse y así nació "Bastión", donde el nombre provenía de la expresión trillada durante esos días, "El bastión rebelde". Después de todo lo vivido, la primera decisión que tomaron fue permanecer en la sombra, no debían poner en peligro a sus familias bajo ningún concepto, porque eso era peor que morir. Todo lo demás se podría decir que es historia.
-Comenzaron a reclutar gente, entre los que estábamos tanto Cooper como yo, y por lo general de una forma mejor de como lo hicimos con usted señorita Lars. Normalmente lo negociábamos con el posible recluta después de estudiarlo durante bastante tiempo.
-Pero entonces, ¿por qué me raptaron a mí? -Preguntó Sam aún bastante alterada.
-Digamos señorita Lars que usted es un portento en su campo y la necesitábamos cuanto antes -Exclamó Cooper- Por lo general reclutamos gente con adiestramiento de algún tipo, militar, de guerrilla, etc. Pero nunca gente muy llamativa, solo gente con buenas cualidades.
-¿Por qué?
-Muy simple. Como ya le he dicho no podemos llamar demasiado la atención. Sería demasiado alarmante que un gran soldado de un regimiento desapareciese de repente con una coartada que a veces es muy frágil. No podemos arriesgarnos a eso. Por eso los estudiamos y vemos sus cualidades según nos avisan nuestros ojeadores. Y algunas veces ocurre que reclutamos algún civil, como usted, aunque no lo solemos hacer por la necesidad de instruirles.
-Pero eso es una locura, sigo sin saber por que me quieren a mí. Yo sigo siendo una simple chica de Toronto que trabajaba en una oficina. Entiendo por que luchan, pero no podría involucrarme en algo así.
-Samantha, se está desarrollando una guerra secreta de la que casi nadie sabe nada y como le dijo ayer el señor Riyatho, nosotros no somos lo correcto, somos el medio para que pueda perdurar lo correcto. Tenemos fecha de caducidad, pero no antes de darle una oportunidad a la verdad -Exclamó Katrina con voz apasionada, la primera vez que Sam pudo ver a aquella mujer emocionada.
-Es cierto, hay una guerra y la necesitamos, es un pilar con el que construir este proyecto -Siguió Cooper.
-Pe...Pero, pero,..., es que no sé si debo estar aquí, no sé si puedo hacer lo que me piden, no sé...
-Sam, por favor, dame un tiempo, un par de meses y te traeré todas las pruebas que me pidas y necesites, todas. Lo que sea, te demostraré que lo que hagas con nosotros tendrá repercusión para mejorar todo lo que nos rodea. Por favor solo dos meses y si no te gusta yo mismo te devolveré a Toronto.
Tras ello Sam había aceptado darles dos meses de margen para traerles pruebas de las atrocidades de las que hablaban y sus planes para el futuro, y en caso de no querer permanecer allí se marcharía.
Pero en ese momento se encontraba en una especie de hangar tumbada sobre un pequeño montículo apuntando a una diana que estaba al final de toda aquella galería. Interpretaba la fuerza del viento gracias a las pequeñas banderas que había clavadas e intentaba calcular por instinto como compensarlo a la máxima velocidad posible ya que la diana aparecía y desaparecía en un instante. Ya solo le quedaba la última, un diminuto círculo rojo del tamaño de una nariz de payaso al final de aquella estancia. Observó que el viento había aumentado. Solo quedaba aquella, un suspiro. Podía tomarse su tiempo y habría terminado. Justo como con la propuesta de Cooper, una espera y se acabaría. Tomó un poco de aire y se dispuso a controlar la respiración, eso es en lo que más le habían insistido cuando lanzaba con el arco hacía ya años, que era lo más importante. Se volvió un instante a Shane y le preguntó.
-Shane, tú, ¿de dónde eres?
-De Nueva Zelanda, ¿por qué? -Contestó sorprendido
-Porque ahora todo tiene sentido -Dijo mientras volvía a divisar su objetivo
Una respiración, apretar el gatillo y se acabaría. Una respiración, apretar el gatillo y con una bala viajando a gran velocidad se acabó.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ya te dije que está requetebien, carlinios

Maria Jose

litospk dijo...

Moitas gracias de nuevo niña, se agradece tu opinión ^^

Unknown dijo...

¿Hasta que punto no es bueno recurrir a la respuesta violenta?

¿Cuántas veces no me habré formulado en mi cabeza esa pregunta? Molaría hacer una pekeña reflexión de ello durante la historia.. ¿El fin justifica los medios?

Me gusta que escribas sobre Sam, que hacía falta conocer un pokito más de ella! (a ver si se va haciendo un huekito en nuestros pekeños corazones de lectores :P)

Campeona mundial de tiro con arco! XD Ezo zi, yo supongo/sospecho que sus padres no eran sólo voluntarios, no? XDD

Muchos besos, litos! Y ánimo con la historia, que sabes que estoy atenta ^^

litospk dijo...

gracias preciosa por opinar. Ya te dije que agradezco que la sigas y me des tu opinión. ^^
Un beso preciosa